MI VIEJO.
Se acerca junio, faltan pocos días. Junio es un mes en la que estoy parcialmente deprimido, es uno de los meses más difíciles del año. Es un mes en la que me siento vulnerable, solo, desprotegido, varado en una isla y en medio del mar, sentado, recostado sobre una palmera, mirando ocultarse el sol. Hay alguien al que suelo extrañar, alguien que empezó a hacerme falta desde siempre pero que, siempre, lo negué. Recuerdo muchas cosas (ese es mi gran problema: tengo una estúpida buena memoria del carajo), y eso me pone nostálgico, aparte de que el invierno acompaña mi estado de ánimo. Todo hubiese sido más fácil ahora de no ser por... bueno, ya no importa. Pensar en mi papá es pensar en aquella noche en que nos amanecimos haciendo mi proyecto de ciencias en el colegio. Recuerdo que usó hasta el último centavo, todo su esfuerzo, para que todo saliese bien, y vaya que salió bien. Ganamos un premio por primer puesto. Mi papá solía llamarme "pajarraco", o "gusano". Fue...