AYER FUE VIERNES
Te cuento que dentro de mí había un gran deseo de ir a verte ayer, y lo había planeado durante dos semanas poder darte la sorpresa no tan sorprendente de pararme frente a ti y robarte un beso. A último momento me enfrentaba al dilema de cómo hacer que mi cuerpo obedezca una orden del corazón, después de que los pensamientos me ordenaran que no, que no fuera. Di vueltas y vueltas al asunto, y me perdí entre los vericuetos de las justificaciones y las sin razones de por qué sí debería ir a verte y por qué no. Dicen que al final de la vida uno llega a arrepentirse más de las cosas que no hizo. ¿Qué sucederá conmigo cuando llegue ese día en que dé mi último suspiro? Supongo que esperaré hasta entonces para averiguarlo. Después de todo, acá estoy yo, sentado frente al ordenador escribiéndote estás líneas. Creo que es mi forma de excusar... nada. ¿Qué estaría excusando? No sabías que iría, o quizá sí. ¿Qué hubiese pasado si iba? Nos hubiésemos amado todo el trayecto de camino a tu c...