AYER FUE VIERNES


Te cuento que dentro de mí había un gran deseo de ir a verte ayer, y lo había planeado durante dos semanas poder darte la sorpresa no tan sorprendente de pararme frente a ti y robarte un beso. A último momento me enfrentaba al dilema de cómo hacer que mi cuerpo obedezca una orden del corazón, después de que los pensamientos me ordenaran que no, que no fuera. Di vueltas y vueltas al asunto, y me perdí entre los vericuetos de las justificaciones y las sin razones de por qué sí debería ir a verte y por qué no. Dicen que al final de la vida uno llega a arrepentirse más de las cosas que no hizo. ¿Qué sucederá conmigo cuando llegue ese día en que dé mi último suspiro? Supongo que esperaré hasta entonces para averiguarlo. 
Después de todo, acá estoy yo, sentado frente al ordenador escribiéndote estás líneas. Creo que es mi forma de excusar... nada. ¿Qué estaría excusando? No sabías que iría, o quizá sí. ¿Qué hubiese pasado si iba? Nos hubiésemos amado todo el trayecto de camino a tu casa, o hasta la esquina de tu casa, y después adiós. Quiero decirte tantas cosas... Quisiera que leyeras todo lo que he escrito para ti. Pienso en hacerte el amor. A decir verdad, no hay otra cosa en lo que piense desde hace dos semanas. ¿Te escaparías conmigo? Quisiera poder escuchar tu silencio después de hacerte esa pregunta. Estoy seguro que escucharía solo tu silencio. Escápate conmigo una noche. No le digas nada a nadie ni te preocupes por lo que pueda pasar al día siguiente. Solo vivamos. Subamos juntos a lo alto del mundo donde nadie nos pueda ver, y al borde del cielo oscuro traer tu cuerpo junto al mío, hacerte recordar mientras sentimos el amor en nuestras pieles, que la vida es bella. Contemplar las estrellas, la luna y las nubes que intentan cubrirla. Decirnos todo en esa noche, todo aquello que no podremos decirnos a la mañana siguiente. Que después de cada palabra nos cubramos de besos. Que nuestras manos no se separen por ningún motivo. Que tus brazos rodeen mi cuello y me jalen hacia ti para que puedas sentir mi aliento calentar tu cuello, tus oídos, y me escuches decirte lo que el corazón se ha aguantado tanto durante todo este tiempo. He soñado contigo toda esta semana. He soñado con tu cuerpo desnudo junto al mío debajo de las sábanas, mis manos acariciando tus piernas, mis labios besando ahí donde más te gusta. Apuesto a que aún recuerdas mi respiración por debajo de tus orejas, mis dientes morder tu cuello, y mis manos que solo han sabido tocarte como solo yo podría hacerlo. A veces me da miedo pensar que no puedo hacer nada para cambiar esto. ¿Alguna vez se te ha pasado por la mente llamarme? A mí sí. 
Ya es hora de dormir.
Buenas noches, Jhoselin.

Feliz cumpleaños. 

Haces un excelente trabajo con Pinina. Gracias por cuidar de ella.
Tal vez deba volver a enamorarme, y así distraerme de tu pensamiento. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

ISABEL

CREO QUE YA TE FUISTE, Y NO ME AVISARÁS

CONVERSACIONES