HOLA, 2017

Me había olvidado de ciertas cosas.

De cubrirme los ojos cada vez que miraba al sol, de acomodarme el cabello después de un viento fuerte, de cambiarme de ropa húmeda por otra seca y limpia, de buscar una sombra para no quemarme más la piel; porque ya no hacía tanta falta que digamos, ahora solo la veía a ella sonreír, hacer alguna que otra mueca, escuchándola decir que también está viendo que yo la veo, que tiene 'vista panorámica'; el viento dejó de preocuparme, pues creo que hasta le gusta que ande despeinado, juega con mi cabello y me dice frentón, frentón, qué frentón eres, chino; y la ropa húmeda se secaba con el sol encima nuestro, y la sombra solo cuando estuviéramos en el carro y de regreso a casa. Cuando estaba lejos de ella, en aquel viaje, me pasaba las tardes mirando las puestas de sol, pensando que ella hacía falta acá, que los atardeceres no son lo mismo sin ella. A veces llovía, pero inmediatamente salía a ver el cielo después de la lluvia y recordaba su sonrisa, sus cachetes inflados, sus ojos pequeños, y aunque no la tuviera cerca, de todas formas sonreía: la tenía en mi memoria. Ajá. Yo recuerdo su sonrisa. Flotan arriba en mi mente, y si presto atención, puedo escucharla. Su voz tiñendo el cielo de un anaranjado atardecer... Cuando ella no está al rededor, ¡qué aburrido me siento! Y si digo que estoy solo, ella solo tiene que sonreír. Qué rara es esa mujer. 

Quiero que sea feliz. 

Como que estoy recordando cómo es querer de ese modo tan loco, apasionado, con intensidad. 

Por cierto, canta feo, pero no se lo digo. De todas formas quiero escucharla.


Hola, 2017.

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