MI PRIMER NEVADO: HUAYTAPALLANA
La cabeza me duele con mayor frecuencia en estos últimos días: estrés.
Viernes por la noche, reunión con los amigos que no conozco, y que tampoco son mis amigos, pero pronto lo serían, pues amigos como ellos no son de los que son cuando no son, sino cuando lo son y no sabes cuándo empezaron a ser. No hizo falta presentación, supieron que era yo no porque me vieron el rostro y me reconocieran, sino porque llevaba una gran mochila en la espalda. Tal vez pensaron, 'este es de los nuestros'; como yo pensé cuando los vi, ¡Estos son!
Hola, soy José.
Hola, José, bienvenido.
Viaje de ocho horas, conversaciones de viejas y futuras aventuras, datos, datos... ¡Información! Dormirse en silencio, sin decir buenas noches, esperando el siguiente día.
Frío y sol. Huancayo nos recibe con aire frío. Después de un desayuno reparador, todos directo a la movilidad.
Tal vez sea un romántico escritor, pues he de enamorarme de los caminos por los que pasé mientras llegaba a mi siguiente viaje sin ella, después de haber pensado que todos los que tenga después de conocerla, fueran con ella. Qué tonta ilusión. No hay pistas, solo carretera; ascenso, curvas y más curvas; adiós internet, adiós señal telefónica, adiós ciudad, adiós recuerdos... Corrección, los recuerdos nunca se van, por eso me duele la cabeza. ¿Vicuñas o llamas? Siguen siendo lo mismo para mí. En fin. El cielo es azul. Aún puedo ver los colores, como antes de ella y como los veía cuando estaba con ella, ¿pero por qué no se siente igual? Todo el mundo habla a mi al rededor, todo el mundo grita para mí, ¡mi cabeza va a explotar! Silencio, por favor, solo pido un poco de silencio...
El ascenso comienza a cuatro mil metros sobre el nivel del mar, con tu mochila llena de alimentos, ropa abrigadora, tu carpa, y el mal recuerdo de un buen amor que no floreció. ¡Culpables! ¿Quiénes son? Tú. Yo. Las circunstancias de la vida. ¿Por qué yo? ¡Subamos ese cerro! Tres pasos. Me falta el aire. ¿Por qué me enamoro de ese camino, entonces? Imaginarla caminar junto a mí. Oh, mierda, qué pena me doy. ¿Por qué no paro de pensar esas cosas simplemente? Camina, camina, ¡CAMINA! Debes cansarte, reemplaza los pensamientos del desamor por pensamientos de cansancio, que todo se vuelva un martirio, ¡sufre! Que te falte el aire, recuerda que tus piernas nunca se van a cansar, entra en conflicto contigo mismo, discute contigo mismo, di que no tienes la razón y trata de tenerla, no te pongas de acuerdo contigo mismo, arrima esa cordura contra la pared y no la dejes escapar tan fácilmente, reprocha las intenciones de intentar hacer bien las cosas, reclama por qué le pides al mundo lo correcto si ni si quiera estás a gusto de ser la mitad de correcto que intentas ser, olvida la amabilidad contigo mismo y sácate todo ahora mismo, aprovecha, sufre, sufre, ¡NO TE LA DEJES FÁCIL! Tienes que ser tu peor enemigo en ese momento, pero no te hagas daño físico; no olvides que las heridas del cuerpo sanan con el tiempo. Hiere tu ser, por dentro, no seas cobarde, hazte daño todo lo que puedas sin piedad, y al final, cúrate.
¿Qué haces? Miras solamente al rededor. Qué extraña forma de pasar el rato, eh, qué rara. ¿Por qué no haces lo mismo que los demás? Come, tómate fotos, recupera el aliento, busca señal... No te pases el rato solamente observando. Qué inútil eres. No te pases el rato solamente recordando. Esos besos ya se fueron, esas caricias también, ese abrazo, esa cabeza buscando apoyo en tu pecho, esos ojos buscando amor en los tuyos, esa espalda cuando estaba enojada contigo, esas veces en las que igual seguías cuidándola a pesar de estar molesto con ella, todo, todo: se ha ido. No eres capaz de aceptar el fracaso, ¿verdad? Por eso te atormentas. Al final siempre se trata de ti, nada más. Eres un egoísta. ¿Qué crees que piensa ella? ¿Por qué eres tú el mártir? No te van a canonizar por esto. Deja ya de joder la paciencia.
Mírate, sin darte cuenta haz llegado a donde tenías que llegar, junto con los primeros, como siempre... Presumido. Sacas pecho, encima. Eres un hipócrita, y peor, contigo mismo. ¿Qué sacas diciéndote que estás bien? No me importa cuántas veces hayas dicho que estás triste y sigues estándolo, no, pues a pesar que lo repitas una y otra vez, te lo sigues negando. ¿De verdad me quieres mentir a mí? Soy tú. Pobre de ti. Mírate, te has dado cuenta ya, ¿verdad? Ese azul... ¿por qué es gris? Tu vida va perdiendo color. Recupérate pronto, por favor, no te dejes vencer. Patina, sí, sal a patinar. Pero ahora, solo concéntrate en purgar la memoria.
Han pasado seis horas desde que empezaron a subir, son casi las seis de la tarde, ¿y ya sientes sueño? No estás bien desde que has llegado, te duele la cabeza, sientes mareos, y no eres capaz de pedir un poco de ayuda. ¿Qué sacas haciéndote el fuerte? Deja ya ese orgullo que de nada sirve. Siempre quisiste jugar en la nieve, qué divertido, más tarde tendrás gripe. Juega, entonces, niño al fin eres. Qué cansado te siento. Caminas de regreso a donde se va a acampar, parte de tu ropa está húmeda por el hielo, mira atrás el camino que vas dejando, la inmensidad de la bestia a la que te enfrentaste, recuérdate que lograste domarla aunque dura fue la batalla, tú lo lograste, nadie te dijo pelea pero igual peleaste y lo lograste, te mereces un descanso. Solo recuerda, esto aún no ha terminado, la bestia atacará después. Haz abierto y tendido la carpa, haz colocado dentro lo que quedó de ella, buscas su calor y no sientes más que frío, cámbiate de ropa. Tres pantalones, tres chompas, dos pares de medias, gorro, colcha, plástico para evitar que el viento traspase tu carpa. Sigues sintiendo frío. Te dije, la bestia atacará pronto. Come algo, recupérate. ¿No logras pasar nada? ¡Rayos! Esta noche será larga. ¿Por qué desayunaste huevo en la mañana? Esas arcadas no te van a detener, ¡no lo harán! Intenta dormir. Estás durmiendo. De pronto te han despertado los pensamientos, el frío, la bilis saliendo por tu boca desde tu interior, y el intenso dolor de cabeza que zumba por dentro. Sal un rato, respira, ventila tu ser. ¿Ha pasado media hora? ¡Esta noche sí que será larga! Los muchachos han llegado, están tendiendo sus carpas y preparando la fogata, ayúdales a prender esa fogata, eres bueno haciendo eso. La noche está estrellada. No pienses, no pienses, no pienses...
'Puedo escribir los versos más tristes esta noche,
escribir por ejemplo, la noche está estrellada,
y tiritan azules, los astros, a lo lejos.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.'
Estrellas...
'Estrellita dónde estás,
me pregunto quién serás,
en el cielo o en el mar,
un diamante de verdad.'
Después de todo, sigues siendo un niño...
¿Qué haces intentando contar las estrellas? ¿Qué haces volviendo tus recuerdos más antiguos? ¿Qué es de ella? El trabajo, ya solucionaste ese problema. Me gusta esa mirada, la he sentido antes. Te mueres de frío, la bilis se te escapa por la garganta, la cabeza está a punto de reventar, el frío en tus pies te piden a gritos amputarlos, pero aún así te niegas a agachar la cabeza. Intenta descansar, inténtalo. Ahora estás dentro de esa carpa, en el lado que te corresponde porque sigues respetando su espacio aún cuando ya se ha ido, tonto orgulloso, tápate con ese pedazo de colcha que le corresponde, ¡qué imbécil eres! No está. Esa tenacidad tuya es terriblemente idiota. No tiene sentido. ¿Qué caso tiene extrañarla? Su sonrisa, su voz, su respiración, piensas en que sería más fácil si ella estuviera contigo, que tendrías más razones para ser mucho más fuerte, que harías lo que sea por conservar su calor y estuviera mejor, ¡pero no está! ¡Estás solo! Piensas en que pudo ser todo lo que fue pero aún así la quisiste de verdad. Bueno, no sé por qué te atormentas, ella te sigue queriendo, ¿por qué no vas y le pides para volver a estar juntos? ¿Eso no es lo que quieres? ¡Entonces qué rayos quieres! Olvida ese lado y cógelo tú, envuélvete más con esa colcha y asegura tu calor, mitiga esos pensamientos y calma tu ser, ella es una de las razones de este dolor de cabeza, mañana serás otro, duerme, descansa, piensa en ti, solo un poco no más, permítete ser tú esta noche por lo menos, no olvidarás nada, ni su amor, si tomas ese lugar que has reservado para ella. Eso, muy bien. Descansa. Una hora después. Arcadas, vómito, saliva, bilis, dolor de cabeza, pies entumidos, quieres morir, no te rindes, duerme de nuevo. Descansa. Ocho de la noche. ¿Ya amaneció? Esta noche será larga. Mecaniza los pies, muévelos, un poco de calor. Once de la noche. Arcadas, no tienes nada en el estómago, mareos, saliva, bilis, dolor de cabeza. Necesitas aire. Todos están durmiendo ya. ¡El cielo estrellado! 'Puedo escribir los versos más tristes esta noche...'. Descansa. Muy bien, tomaste el lugar por completo y te envolviste mejor con la colcha. Once y media de la noche. ¡Qué larga es la noche! Bilis. Duerme. Tres de la mañana. ¿Cuánto más falta? ¡Mis pies no los siento! Duerme. Cuatro de la mañana. Este frío quema, realmente quema. Necesito arrancarme los pies, arrancarme la garganta, y destrozarme la cabeza. Necesito tirarme el precipicio, rodar, ahogarme en alguna laguna del Yanaucsha. Duerme. Cuatro y media de la mañana. ¿Por qué te busco donde no estás? Señorita Aliaga, abrázame. Duerme. Seis de la mañana. No me quiero levantar. El dolor de cabeza es inmenso. Ojalá alguien cogiera una enorme piedra y la dejara caer sobre mi cabeza, o mis pies, no lo sentiría de todos modos. Agua, necesito enjuagar la boca. Siete de la mañana. Lo soporté, estoy débil aún, ojerozo y pálido, pero lo soporté. Sigo sintiendo mareo, dolor de cabeza, frío, y asco. Agua fría en mi caliente cabeza. Quietud. Recupero calor en los pies. Olvido la sensación de asco. Empiezo a tener hambre, pero sigo sin poder pensar en comer lo que tengo. ¡Levanten sus carpas, empezamos el descenso! Estoy mejor. Débil, desgastado, pero mejor. Se toman fotos. Me alejo de esa fiera bestia de hielo y su poder quebranta voluntades, triunfante, feliz. Me superé. Nada me va a tumbar ahora. Necesito absorber ese poder, quiero meterme a una de esas lagunas. Me acabo de bañar en una de esas lagunas, mi cuerpo se siente mejor, tengo hambre y el cuerpo tiene la suficiente fuerza para mantenerse en pie; pero por alguna extraña razón, sigo cargando mi mochila, mi carpa, camino a buen paso, y se siente la fuerza. Gracias, montaña. Gracias. Estoy seguro que no soy el único que siente esto. Los caminantes de montañas de este grupo son fuertes, muy fuertes, más que yo. Hay personas increíbles en este mundo, y quiero conocerlos a todos. Llego al punto final del camino, subo al carro, y mis fuerzas se han ido, estoy cansado, muy cansado. Necesito comer. Viajo en silencio hasta llegar a donde comeremos. Todo el viaje de regreso a sido en silencio.
Estoy en casa y en silencio hago mis cosas. Es domingo por la noche y quiero irme a dormir. No puedo ocultarme a esta realidad, no puedo negarlo, no quiero vivir engañado. Solo quiero vivir. Por ahora no quiero volver, pero creo que algún día querré revivir lo que fue mi primera vez en mi primer nevado: Huaytapallana.
Si algún día he de morir, moriré triste porque se me acaba la vida; y moriré feliz porque he vivido.


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