ME REGALARON UN CUADRO


Oye, tengo un cuadro que me han regalado, pero no estoy seguro de si llevarlo a mi casa porque me dan miedo los cuadros, parecen que esconden un alma,  a pesar que no temo a los fantasmas comunes y corrientes, sí temo a estos, a los fantasmas de los cuadros, por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta navidad... Espera, ¿De qué estaba hablando? ¡Ah, sí, de los cuadros! Fue un regalo de los padres por el día del maestro. Yo soy el 'maistro' de sus hijos. ¿Qué me aconsejas? ¿Lo regalo? ¿Lo vendo? ¿Lo conservo? En serio que no te estaría molestando si no supiera que tienes paciencia a mis locuras y mis manías. Apuesto a que pedirás una foto, ¿si te gusta pedirás que te lo regale? Aunque conociéndote bien, tú que no eres fanática de los cuadros ni de nada, si termina gustándote me lo pedirás para luego venderlo. Menuda pilluela. Voy a responderme por ahora como si fueras tú, imitaré tu voz y tus manos moviéndose cada vez que me explicas algo, imitaré tu mirada para cuando me quieres hacer entender algo (¿acaso crees que soy un niño? ¡Tengo veintidós años!). Seguro que dirás, 'Fue un presente, creo que debes conservarlo, pero si realmente, pero solo de a deberitas te super asusta, entonces regálalo'. Te juro que yo también creo que debo conservarlo... Está bien, intentaré conservarlo, si no puedo dormir, lo regalaré. Es en las noches cuando me da más miedo... Un cuadro siempre te observa, ¿sabías? Da cosas. En serio, gracias por la paciencia que me tienes.
¡OYE! Después de escribir todo esto y haber aceptado que lo tendré, o que intentaré tenerlo, le hablé al cuadro y le dije, te voy a conservar, le sonreí amistosamente y le guiñé el ojo, para después mirar por la ventana, de pronto sentí como si rozaran mi oreja con los dedos, ¡Y ME DIO MIEDO! Después me di cuenta que era el borde de mi chompa... ¿Casualidad o paranoia? No me digas maricón, tú sueles pensar así cada vez que te cuento y crees que exagero mis cosas, babosa. ¡Me da miedo pues! Y no me importa si me dices lo mismo de siempre, 'Tan grandote y pensando en el cuco', te juro que es el cuadro, no es cuco... ¿Segura que no extrañas mis mensadas? Aunque, esto es serio, de verdad que lo es. Soy un incomprendido.
Recuerdo que cuando era colegial, doce años por ahí, la profesora nos envió a hacer una cosa de arte, te juro que no sabía qué hacer, le pregunté a la profesora más o menos qué podría hacer, y me dijo que hiciera una pintura, y como no tenía nada que perder y era algo nuevo para hacer, pues dije, ya qué. Compré un lienzo y pinturas y témperas y pinceles. Cuando dizque me senté a querer pintar, no sabía qué. Le dije a mi mamá, vieja, ¿qué me recomiendas para pintar? Ella respondió, ¡vieja tu calzoncillo, baboso! Y me largué rápido porque me iba a tirar con la escobilla. Fui y le pregunté a mi hermana, me ignoró. Dios mío, mi hermana era cruel conmigo. Así que sentí que estaba solo en el mundo intentando hacer un dibujo para luego pintar. Fui a la calle en busca de inspiración, me topé con alguno de mis amigos y nos pusimos a jugar, y valió verga la vida porque luego no pinté nada. Cuando faltaba un día para presentar el trabajo, me preocupé, traté de buscar la forma más rápida para hacerlo y, por su puesto, el menor cansancio posible, así que le dije a una de mis amigas, hasta la soborné, para que hiciera mi dibujo, pero no aceptó. Luego fui a buscar un pintor y le dije que cuánto me cobraba por hacer mi pintura, no recuerdo cuánto me cobró, pero al carajo, igual no iba a tener dinero porque era pobre. Lo único que me quedaba era hacer el dibujo. Llegué a casa, me senté en cualquier parte, me decía, vamos, tú puedes, piensa en un dibujo, y pensé en Gokú, en Pokemon, en el Barón Rojo, los Thunder Cats y He - man, pero era como un insulto a mi creatividad, tenía que pensar algo yo por mi cuenta, mi creación, mi fórmula del arte, mi obra maestra, así que me senté con la espalda recta como los pintores lo hacen en las películas, crucé las piernas, puse mi codo sobre la rodilla, tomé el pincel entre mis dedos, hice un pico con los labios, entrecerré los ojos como pensando, analizando la situación, y esforcé a mi cerebro para que se inspire. Nada. ¡MIERDA! Sin darme cuenta ya eran las dos de la mañana, y yo dije, ¡PERO CÓMO PASARON SEIS HORAS TAN RÁPIDO! Tracé cualquier línea en cualquier parte del lienzo, a la mierda, pensaba, lo que salga, y así iba pintando y pintando, haciendo líneas y cambiándoles el sentido una y otra vez, fingiendo un final pero empezando otra vez, combinando colores y muchas otras cosas más, intentando sacar colores claros pero como no sabía combinar salían colores que ni yo mismo sabía cómo se llamaban, hasta creo que en algún momento inventé mi propio color, solo que ni yo mismo sabía cómo fue que lo inventé. Al final terminé haciendo cualquier cosa, dejé que se secara en el corral, me eché a dormir, cuando desperté fue justo para ir al colegio, mi hermana se acercó y me dijo, ¿qué es eso? Mi mamá le respondió, según él ha pintado, dice. Mujeres estas, no entenderían el arte... ¡Pero fueron crueles! Tuve que cubrirlo para que nadie lo viera, y mientras lo hacía miraba y re miraba mi pintura, mi creación, mi arte, mi imaginación, y al igual que mi madre y mi hermana me preguntaba, ¿Pero qué carajos hice? No habiendo alternativa alguna decidí llamarlo, arte abstracto. No iba a permitir que me cuestionaran, no señor, lo mío es arte abstracto y al carajo todo, no me importa si ni si quiera sé qué significa abstracto, pero lo es y punto final. En el colegio me hicieron trizas. La maldita profesora le mostró mi pintura al mundo entero, es decir, a todo el salón, y por si no le pareció suficiente, lo echó a andar entre todos los profesores y el resto de grados, y no solo eso hizo, sino que le puso mi nombre al pie del lienzo, ¡maldita vieja! ¡ACABAS DE REVIVIR MIS TRAUMAS! ¡TE ODIOOOOOOOO! En fin, ya no me preocupo, la profesora esa está muerta. El cuadro lo llevé a mi casa, no lo rompí ni boté ni nada, lo puse en alguna parte de mi cuarto y nunca más lo volví a ver hasta cierto día que entré a mi cuarto y lo encontré ordenado, pensé, 'wait a moment', (no pensaba en inglés todavía, pero algo así fue), mi primera impresión fue que mi mamá había cambiado de cuarto a mi hermana y yo, es decir, nos permutó, ella en mi cuarto, y yo en el suyo. Esa manía tenía mi madre de cambiar las cosas cada cierto tiempo, y sin avisar, para colmo. Siempre que mi hermana y yo salíamos por largo rato, cuando llegábamos estaba todo cambiado, la magia de mi madre, el momento en que no estábamos era para mi madre como si los planetas se alinearan con el sol. Mi madre suele hacer tonterías ahora que me doy cuenta. En fin, la amo. La cosa es que encontré el cuadro, el dichoso cuadro, colgado en la pared, con mi nombre en tinta indeleble escrita al pie del lienzo, lo miré y exclamé, ¡oh por todos los skies!, mi arte abstracto. No pensé que haría algún efecto en mí, así que lo ignoré debido al susto del cambio falso del cuarto, solo había entrado a desordenar mi desorden (para mí es eso cuando mi madre ordena mi cuarto), y continué mi vida. Esa misma noche no podía dormir, sentía que algo me miraba, algo me acosaba, pensé en algún tipo de fantasma violador, y no qué roche, aún era un niño, y además era bien macho, y ni si quiera me había invitado a salir, ¡qué tal conchán! Así que me paré a prender la luz para verificar que ese dichoso fantasma no sea la jodida de mi hermana, y lo primero que vi al prender la luz fue el cuadro, me asusté, fue como si hubiese visto unos ojos penetrándome el alma, sacudí la cabeza pensando que solo son mis locas ideas, porque cabe decir bien que estaba fregado del cerebro desde bien chiquillo, y traté de volver a dormir, sin embargo, esa sensación seguía, volví a prender la luz, lo primero que vi fue el cuadro, y no pude dormir esa noche. A la siguiente intenté bajar el cuadro, mi madre se dio cuenta, me gran puteó y lo dejé donde estaba, hasta perdón me hizo pedirle al cuadro, y yo tenía que hacer caso no más porque mi madre tenía la manía de andar con la escobilla en la mano, ¿qué carajos tendría mi madre? Ya me explicaba yo desde entonces de dónde tanta locura mía. Esa noche tampoco dormí bien. Le dije a mi madre, vieja, ese cuadro me da miedo, sácalo pues. Me miró y dijo, vieja tu calzoncillo, baboso. En la noche, al llegar del colegio y de jugar la pichanguita con los amigos del barrio, fui a dormir, y cuando entré, ya no estaba mi arte abstracto. Esa noche soñé rico, recuerdo, con Cristina, la hija del señor Pepe, era una morena achinada muy bonita, cabello lacio y alta, menor que yo por un año, dulce, me solía corretear primero en las chapadas, me tomaba de la mano en el mata gente, bailábamos juntos en los cumpleaños de los amigos, compartíamos la bolsita de los caramelos y chizitos, nos tirábamos juntos en las piñatas y nos repartíamos el botín mitad mitad, pasábamos la noche conversando y contándonos cosas de miedo, imaginando historias entre los dos, dándonos uno que otro beso fugaz inocente de niños, y... ay, aquellos tiempos.

Esa es más que todo la explicación de mi trauma por los cuadros. Espero te entretenga. Oye, metí la pata en cierta cosa en el trabajo, se ha corrido el rumor de que estás enferma, cosa que no me he tomado la molestia de averiguar porque tampoco te has tomado la molestia de decírmelo, ¿te has molestado con algo que haya hecho? ¡Te juro que no sé qué hice esta vez! A mí me das cólera porque no sueles decir algo cuando te pido conversar, ¡desesperas! Así no podremos solucionar algo por más que queramos, no hay comunicación, y si crees que tu mejor alternativa es irte, alejarte, pues... pues ya tengo experiencia en esas cosas, no eres la primera, y deseo mucho que seas la última, porque contigo o con otra persona, me gustaría poder compartir mis cosas con alguien de confianza y que al mismo tiempo confíe en mí para contarme sus cosas. Solo te diré que en el trabajo siempre me preguntan por ti, y creo que es porque saben que tú y yo andábamos juntos para todos lados. Ya metí la pata fiel a mi estilo, eso sí. No sé si sentirme orgulloso o culpable, ¿cómo crees que debería sentirme? ¡Viste que te necesito! Ni si quiera sé cómo sentirme cuando hago cosas malas, tú ayudabas en cierto modo. Extraño tus ojos. Un beso enorme. ¿Puedes mirar las estrellas de noche y pedir un deseo? ¿Recuerdas que pediste una vez que nunca dejara de ser tu amigo? Cuando pidas un deseo nunca lo digas, si no, no se cumplirá. Míranos ahora. Adiós.






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