DE UN PLEBEYO, A SU REINA

Estoy atrapado en la nostalgia, y quién sabe por qué. 
Solo yo lo sé.
Escribir lo que pienso,
escribir lo que siento, 
escribir lo que deseo...
Estoy atrapado en medio de tantos recuerdos,
y no me decido por cuál importa más. 
Hay muchas ideas, muchos anhelos...
Todo lo quiero, soy codicioso.
Me hundo en la lujuria del recuerdo, 
y me baño en los sudores de las imágenes que se aman,
y pienso en cuánto la deseo,
y pienso en el futuro,
y pienso en el presente,
y pienso en sus ojos mirándome,
en sus labios diciéndome:
'Vive el presente'.
Lo dice entre risas, entre mofas, pero lo dice en serio.
Desde aquel día no dejo de pensar en ella.
Pareciera que me pedía ayuda,
o le pedía ayuda al mundo.
Sus ojos reflejan tristeza, calma, excitación.
¿Qué sobre la felicidad?
Es como si sintiera que ella no encaja acá.
Me llenaba de ternura,
pero no quería abrazarla,
ni darle alguna caricia,
ni decirle nada...
Solo mirarla, 
escucharla.
Sentía que eso necesitaba,
ser escuchada.
El problema es que ella no dice mucho,
o quizá no siente que deba decir mucho conmigo.
Tal vez no quiera decirle nada a nadie porque no confía.
Y yo solo quiero mirarla,
vivir tranquilo,
cerca de ella, por supuesto.
Esperar,
quizá algún día quiera decirme algo,
y, para ese día, 
yo escucharé.
¿Por qué siento esto?
Alguna vez tuve tantas dudas,
tanto miedo,
y, por si acaso, no quiero ser un héroe,
Yo solo quiero ser un oído más.
Un maniquí,
un perrito que le mira con los ojos acuosos,
un plebeyo que agacha la cabeza y solo escucha los sollozos de su reina.
Posar mi frente sobre el envés de su mano,
cerrar mis ojos y decirle,
'mi reina'.
Escucharla reír,
divertida por las tonterías de este tonto,
y mirarla reír,
con los ojos de becerro que ella provoca.
No sabe nadar.
No sabe manejar bicicleta.
Es intensa.
Es misteriosa.
Y ronca.
La escuchaba dormir y procuraba salvar su calor,
froté sus pies en la madrugada,
y me pasé la noche despertando de rato en rato
para escucharla,
para observarla,
y pensar,
qué bella es.
Tal vez pensé mucho más cosas,
aprovechar el momento,
...
Pude hacerle de todo con todo el respeto del mundo.
Vivir el presente y hacerle caso a mi
instinto sexual.
No lo sé.
Quise sentir su piel,
sorber sus líquidos internos,
compartir el calor de abajo a arriba,
rozar los bellos de sus piernas, 
su sexo,
sus brazos,
su cuello,
su cabeza,
con los míos,
en un primero de octubre,
pero no lo hice,
no solo por 'respeto',
sino porque no quería tanto,
quería más.





Posdata: Ojalá acá acabe este cuento de terror.


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