INSOMNIO
A veces camino cerca de aquel parque donde solíamos pasar las mañanas, donde conversábamos hasta llegar al borde del atardecer; y por las noches, donde la oscuridad era cómplice de nuestros juegos.
No niego que me tienta la idea de sentarme una vez más ahí contigo, y para calmar mis anhelos voy y me siento solo ahí, como las veces que pasaba el rato esperándote llegar, esperando verte doblar esa esquina y sonreírme desde lejos.
Nunca más haz de llegar.
Entonces me recuesto sobre el pasto, miro hacia arriba con la cabeza sobre mi mochila, y recuerdo aquel día cuando te pedí permiso para poder besarte por primera vez. Y cerré los ojos para imaginarme tu cuerpo junto al mío, el olor de tu cabello corto y ensortijado, y el sonido de tu voz que se perdía una vez más en el vacío de otro día que vivo sin ti.
Ojalá las personas que se van de tu vida se llevaran consigo también los recuerdos.
La recuerdo hoy porque la quiero, y en cierto modo, la extraño. El deseo de tenerla junto a mí y abrazarla, escuchar su respiración como aquellas veces que pasábamos la noche juntos, durmiendo uno al costado del otro, acariciando su rostro y aliviando sus sueños.
Ahora quizá me leas, y me doy cuenta de que lo haces ahora cuando ya no estamos juntos.
Perdona, por favor. La verdad es que quise dormirme, pero de pronto fui consiente del vacío que existe en mis noches sin tus ronquidos. Y decidí escribir para calmar el alma.
Perdona cómo me comporté, quizá debí ser más flexible, menos juicioso, menos estúpidamente lógico, y tan aburridamente razonable.
Sin embargo, las cosas ya se hicieron como tal, y no hay marcha atrás. No debería haber marcha atrás. Pero... ¿Y si hiciéramos una excepción?
No me hagas caso, esos pensamientos son solo por la noche de hoy, esta noche horrorosamente oscura, fría y sola, como las que alguna vez me dijeron que sería, y soy un hombre que afronta su destino con la frente el alto. Perdóname por lo de ahora, es que hay veces en que dudo y me siento descubierto, inútil, indefenso, y tiemblo como ahora que escribo estas líneas; noches como estas en las que siento el terror de pensar que esto será eterno. Es normal tener miedo. Mañana, al amanecer, después del insomnio, tendré nuevas fuerzas para combatir, mi mejor arma: el olvido.
Tu Josefito te desea tanto aún...
Ahora que me acuerdo, nunca más me volviste a llamar así.
Un día como hoy empezábamos a dormir juntos, como a estas horas, después de haber hecho el amor seis u ocho veces de corrido. Nuestra maratón.
Los detalles que hacía para ti, aunque insignificantes, tal vez; eran con mucho amor para ti.
Me iré de viaje.

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