MIRADAS

La cosa es simple.
Todo esto es porque te miro. 
Todo esto es porque me dejas mirarte. 

Puedo mirarme a través de tus ojos, y en ese reflejo busco mis ojos para poder verte aún más allá. El reflejo de tu reflejo en tus pupilas. Pareces lejana, pero te tengo tan cerca, mirándome. ¿Qué ves cuando me miras? Me gusta cuando conversamos en silencio, cuando detenemos el mundo a nuestro al rededor y somos solo tú y yo, uno frente al otro; y nos comunicamos en ese idioma que tú y yo hemos inventado en nuestro mundo: el idioma de las miradas. ¿Qué ves en mis ojos? No puedo ocultarte nada. De pronto encuentro la forma de decirte lo que estoy sintiendo. De pronto tú me entiendes todo. De pronto empiezo a tomar conciencia de las cosas que pasan. Soy consiente de mi respiración, del latir de mi corazón, de la sangre que fluye por mis venas, del crujido de mis intestinos, del sonido como bisagra de mis articulaciones. Soy consiente del tiempo, del viento en mi rostro, de los sueños. Te miro al rostro y cuento cada uno de tus gestos, tus facciones, tu sonrisa y tu mirada. Cierro los ojos por contados segundos y reproduzco una imagen de tu rostro. Olvidé cuántos lunares tienes, cuántos granos, espinillas, ojeras, arrugas; pero las ubico a todas. Pude haber olvidado la cantidad, pero no su posición. 
Estamos juntos bajo la ducha, desnudos, amándonos; y entre risas y suspiros profundos, nos ponemos uno frente al otro y nos miramos, en silencio. Nos reímos, nos ponemos serios, nos amamos, nos dan ganas de llorar, no de pena, tal ves de felicidad. Nos tenemos el uno al otro. Nos sabemos seguros, tranquilos. ¿Estamos haciendo las cosas bien? No muero de amor por usted, señorita Aliaga; por el contrario, quiero vivir de amor por usted. No me lo tome a mal, de verdad la quiero. Fue tan raro y tan nuevo mirarnos tanto tiempo sin decirnos ninguna palabra, que no supe qué pensar y puse mi mente en blanco. Después, poco a poco, empecé a notar los colores del mundo. Nada es gris, o en blanco y negro, como las películas antiguas. Nada. Todo tiene color. ¿Sabe usted que cuando hay alguien especial el mundo lo ve de colores? El placer de mirarla por mucho tiempo y en silencio... Es como si empezara a descubrir más cosas sobre usted. Es como si pudiera ser usted. Empiezo a sentir como usted. Su felicidad, su cariño, sus frustraciones, sus dolores. Soy feliz como usted. Soy cariñoso como usted. Me frustro como usted. Y me duele como a usted. Logro entenderla, y quiero que esté bien, quiero que viva, quiero que sea inmortal, poderosa. Usted es valiente. 
La noche es oscura, y usted se oculta tan bien del mundo, pero no de mí. ¿Qué es lo que piensa de mí, señorita Aliaga? La escucho decirme que me quiere, que sabe usted que yo la quiero. La observo escucharme atentamente, y me mira a los ojos y la siento fuerte, segura. La siento al besar sus labios. ¿No le molesta mis manías? Estoy sentado frente al ordenador, la pienso intensamente. Tengo responsabilidades, pero antes quise escribirle estas líneas. 

Yo soy sincero con usted, señorita Aliaga.
Usted ya es parte de mí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

ISABEL

CREO QUE YA TE FUISTE, Y NO ME AVISARÁS

CONVERSACIONES