USTED

Yo no la busqué, usted apareció. 
Yo la seguí, usted no lo notó. 
Yo la observé, usted sonreía.
Yo la invité a salir, usted dio la señal de despegar. 
Yo volé y prometí volver, usted continuó su vida.
Yo volví, usted continuaba con su vida.
Yo me gané un lugar en su vida, usted ahora está pensando en mí.

Esa mañana de domingo del mes de octubre, era un día como cualquiera con los amigos de siempre en las actividades de siempre. La avenida Arequipa estaba repleta de patinadores, ciclistas, corredores y skaters; y, como ya se lo expliqué, yo iba lento, lento, como disfrutando del día, de la tranquilidad que me transmite rodar con fluidez. No planeaba nada, como le digo, era un día como cualquiera, no buscaba nada, no esperaba nada, solo quería estar tranquilo, olvidarme de lo que había pasado hace unos días, ya sabe.. ella. Usted ya lo sabe. Yo había calmado ya hace mucho tiempo mi ser. Al igual que usted, quería estar bien, sin preocupaciones. Hakuna matata. Pero uno a veces no entiende los negocios ni lo que quiere el corazón, y fui a verla por última vez. Me puse mal. Sin embargo, fue fugaz, se esfumó rápido. Ni el humo se disipa tan rápido cuando hay un ventilador cerca. Bueno, equis. 
Miraba a las personas ese entonces, cuando conversaban, cuando patinaban, cuando descansaban: observaba todo. No hablaba, era mudo, y es que cuando observo es así, solo observo y muy poco hablo, solo cuando es necesario. Y aparece usted. ¿Ha visto Bob Sponja? Sí, usted lo ha visto, estoy seguro. Sabe a lo que me refiero, y como esto lo escribo para usted, y sé que lo leerá, me va a entender. Usted apareció y yo como Bob Sponja cavernícola. ¡Alerta! ¡Activen los sistemas de defensa! ¡Por todos los cielos! Me sorprendió, eso sucedió: me sorprendió. No entraré en detalles sobre mi acosamiento hacia usted después de haberla visto, pues la seguí con intensiones de conocerla, escucharla hablar, cosas así. Le conté una parte de eso, supongo, pero ya lo he detallado en otro escrito que tiene que ver solo con usted y se lo mostraré en cuanto tenga la oportunidad.Por cierto, usted ni cuenta se dio que la seguía. Después la conocí gracias a unos amigos, y solo me dediqué a usted. Puse mi atención en usted. ¡Qué linda es usted cuando sonríe! 
Pasó buen tiempo cuando la volví a ver, a usted. Hasta ese momento ya me había organizado por completo. Conservaba esos recuerdos del pasado que tenían que ver con ella, pero ya estaba a salvo de cualquier sentimiento bueno o malo. Decidí no eliminar esos recuerdos, sino tenerlos y evocarlos cuando fuere necesario, mirarlos como si fueran unos lindos gatitos y acariciarlos por el lomo. No era amor aquel acto, era consideración, la que nunca me tuvo ella. ¡Bah! Ese resentimiento... Bueno, equis otra vez. ¿Vio que fácil olvido aquello que no es bueno? 
Le invité a salir, y recuerdo todo ese día como si fuera ese mismo momento. Podría detallarle todo en este escrito, pero lo estoy haciendo en otro escrito que solo tiene que ver con usted. Fue cuando le dije que usted me interesaba, que hacía falta que yo despegue antes, volar, perderme, y volver en cuanto me haya renovado: usted me dio la señal de despegar. Lo que pasó en todo ese mes de diciembre y parte de enero, de nuevo, lo detallo en otro escrito que estoy haciendo que solo tiene que ver con usted. Volví, como prometí, y la encontré continuando su vida como cuando la vi por última vez, algo cambiada, pero igual de bonita. ¿Recuerda cuando le expliqué las diferencias entre bonita, linda, preciosa y hermosa? Estábamos en el carro. Yo siempre ando explicando cosas que ni al caso, y, ¿sabe? Me agrada usted porque me sigue la corriente. Básicamente, ambos nos seguimos la corriente. 

Si usted es divertida, yo soy divertido. 
Si usted es juguetona, yo soy juguetón.
Si usted quiere conversar, yo converso.
Si usted quiere ser feliz, yo soy feliz.
Si usted quiere estar tranquila, yo le doy esa tranquilidad.
Si usted es intensa, yo soy intenso.

- Tú te ganaste tu lugar. -

Eso me dijiste. Ya no me quedaba duda entonces. Se disipó el trauma del amor anterior. Trauma. ¿Fuerte la palabra, no? No encuentro otra. No es con mala intensión, es para explicar la situación nada más. He vuelto a leer. He vuelto a escribir poemas, a aprenderme otros. He vuelto a escuchar canciones de amor, de las antiguas, boleros. He vuelto a soñar con los ojos abiertos cuando la veo. He vuelto a pensar en alguien con amor. He vuelto a querer, querer. 

- Me siento tranquila contigo, chino. -
- Igual yo, pequeña.-

La quiero mucho, señorita Aliaga.

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