Domingo, 14/12/2014. Lima, San Martín de Porres.
miedo a las alturas
No recuerdo mis sueños después de despertarme. Quizá será porque sueño despierto todo el día y para la noche ya se han acabo. Me pregunto si eso será posible.
A menudo, siendo un poco más joven, tenía pesadillas. Tú sabes a qué le tengo miedo: a las alturas. Bueno, en estas pesadillas soñaba caer en un espacio negro, y sentía que el alma se me salía del cuerpo, como cuando está sucediendo de verdad. Me he caído tantas veces que mi subconsciente tiene grabada la sensación. Entonces, durante el sueño, me empezaba a fallar la respiración y me daba un ataque de asma. Trataba de moverme de lado a lado para despertarme, pero mi cuerpo estaba inmóvil. No sabía qué hacer. Mi madre, una vez, me escuchó resollar y, según me contó, prendió la luz y se quedó observando. Decía que primero respiraba fuerte y raspaba mis fosas nasales con el aire que inhalaba. Luego, intentaba moverme, y a pesar del esfuerzo que ella veía que hacía, no lo lograba. Pasaba ya un par de minutos y empezaba a sudar. 'Entonces me asusté.' Dijo. 'Que tengas pesadillas es una cosa, pero que sudes y no estés respirando bien y la expresión en tu rostro. Ay no, hijito, perdóname pero tenía que despertarte.' Le contaba entonces qué soñaba. Ella me dio una clave: 'Cuando tengas pesadillas, es por culpa de un espíritu. Quizá sea el miedo, pero no simplemente el miedo a las alturas (eres un baboso, te has caído tantas veces que relacionas todos tus miedos con las alturas), sino miedo a algo que esté pasándote.' Se levantaba y se sentaba junto a mi. 'No puedo adivinar qué te da miedo. Pero te puedo decir cómo librarte de ese miedo, de ese espíritu que ocasiona tu miedo. Cuando estés durmiendo, el espíritu viene y te cubre por completo. Te agarra fuerte, fuerte y no tiene intención de soltarte hasta que hayas sufrido lo suficiente, o quizá peor, matarte. Mueve tu dedo meñique.' La miré extrañado. 'Sí. El espíritu estará entretenido agarrándote todo el cuerpo que se olvidará de lo más insignificante, pero eso será tu ventaja. Mueve tu dedo meñique y luego poco a poco el resto de tus dedos y así, así, hasta que muevas el brazo, las piernas, el cuerpo y por fin, estés despierto. No lo olvides.' Se paró y se fue dedicándome una sonrisa.
En la noche que le continuaba a la anterior, tuve la misma pesadilla. El espacio era negro, yo gritaba sin emitir sonido y no podía moverme. Entraba en desesperación y no sabía qué hacer. Entonces me acordé: moví el dedo meñique. No encontré dificultad alguna. Luego moví el resto de mis dedos, y efectivamente luego el cuerpo y ya, estaba despierto. Estaba frío. El corazón me palpitaba a mil por hora. Sonreí. Me levanté y corrí a mi madre y le dije: 'Gracias.' Mi madre, con su habitual despotismo amoroso, me dijo: 'Anda duerme, huevón.' Pero le vi una sonrisa de satisfacción. De esas que haces cuando sientes haber hecho algo por alguien y ese 'gracias' lo fuera todo.
Ya después, con mi instinto domador y la falta de amor que me tenía para experimentar sin restricciones conmigo mismo, provocaba mis pesadillas. Es decir, y digo, no sé si alguien más lo a hecho, llamaba a mi miedo y lo lograba: caía y caía y yo me dejaba caer para saber dónde voy a terminar. Nunca terminaba de caer. Lo repetí tantas veces que esa pesadilla se convirtió poco a poco en un simple sueño pero único, quizá, porque para salir de ese sueño tenía que continuar moviendo el dedo meñique. Ahora ya no lo puedo provocar. Le sigo teniendo un miedo horrible a las alturas y evito andar por lugares en las que puedo ver su lejísimo fondo. Con el tiempo he desarrollado otros miedos pero algo controlables. Soy claustrofóbico. Y no, no es el miedo a Santa Claus.
Hoy, por ejemplo, me desperté sin emitir ningún sonido en mi mente. Me desperté con la mente en blanco. De pronto, de la nada digo, ya lo entendí. "Está mal. Me faltó esto: creo que la única persona de la cual correría detrás de ella, serías tú." Yo sé que atormentar la mente no es bueno. Pero no te di una respuesta y la conciencia me la exige porque, amor mio, no sé qué más hacer sino pensar. Si te dijera que solo tú eres lo que quiero, ¿sería suficiente? No he contestado sus mensajes desde entonces y no lo haré más. No correría atrás de ella ni de ninguna otra que no seas tú. Solo conversaré todos mis miedos a ti y solo a ti, como lo he hecho antes. Eres mi confidente, mi amor, mi amante, mi mujer, mi futura esposa y mi única y gran razón para seguir vivo y, también, mi mejor amiga. Te propongo algo: ¿Y si nos volvemos a escribir cartas?
![]() |
| Me pregunto si será tan emocionante como cuando lo hacíamos antes... |

Comentarios
Publicar un comentario
No te olvides compartir :) ¡Saludos!