Lunes, 15/12/2014. Lima, San Martín de Porres.



no es simplemente viajar, y ya.

Mi novia dijo que vendría a verme antes de que yo partiera a Trujillo, para despedirse de mi y desearme buen viaje. '¿Me darás un beso?' Pregunté. 'No.' Respondió. Bajé la cabeza y comenzaba a sentirme triste cuando continuó, 'No te daré uno, te daré miles, pero tú los cuentas.' '¡A partir del uno!' Dije emocionado. ¡Qué lindo es el amor!
Cuando tenía 16 años, mi madre, una mañana en los inicios de diciembre, me comentó que iría a Lima a buscar un trabajo. Se sentó al filo de la cama, pasó su mano húmeda por mi frente y me llamó como solía llamarme cuando se acordaba que me amaba, 'Pajarraco, hoy me voy a Lima.' En el limbo del sueño escuché su voz llamarme a la vida y desperté. 'Quiero que seas profesional. Ya vas a acabar el colegio y confío en que pasarás los cursos sin ningún problema.' 'Sí, má, ya los aprobé. No te preocupes.' Le respondí. 'Estudiarás la carrera que más te guste. Aprovecha ahora que estoy viva para que puedas tener algo para ti. Para que tu futura familia tenga todo lo que necesiten.' 'Sí, má. Déjame acompañarte hasta el terminal. ¿A qué hora viajas?' Dije. 'A las 7 y 30 de la noche.' Respondió. 'Ni bien salgo del colegio vengo a buscarte.' 
Fui al colegio a recibir las libretas de notas, despedirme de los amigos, de los profesores, hacer las típicas cosas que suelen hacer en las fiestas de promoción en el colegio y a cometer las últimas locuras inolvidables. Me pasé toda la tarde ahí, festejando y haciendo tontería y media. No me acordé de mi madre. 
Cuando volví a casa, sudoroso y agitado, pues había corrido todo el camino cuando de casualidad pregunté la hora y me dijeron: 'Van a ser las ocho.', mi mamá aún seguía esperando. '¿Por qué llegas a esta hora?' Preguntaron mis hermanas al verme llegar. 'Me olvidé. Disculpen.' Mi mamá me gritó, '¿Crees que soy tu juguete?' '¡No me molestes!' Recuerdo que le contesté. Maldije ese momento mi lengua y solo escogí cambiarme para acompañarla. A medio terminar, con los zapatos sin poner, me paro a detener a mi madre en la puerta para que no se vaya.
-Perdóname, viejita, no fue mi intención.- 
-¡Muévete, carajo! ¿Qué crees que te voy a rogar?- Decía mi madre.
-Por favor, viejita. Sé que hice mal. No fue mi intención, enserio. Estaba atareado.- Le rogaba.
-¡Salte, salte! Tengo que irme.- No me miraba. Estaba ocurriendo algo que nunca había visto en esa mujer que parecía ser de piedra. 
-Madre, por favor, perdóname. Deja que te acompañe, por favor.- Le decía mientras impedía que abriera la puerta por su cuenta. 
-Vete. Muévete, mierda. Yo puedo irme sola.- La voz se le entrecortaba.
-Por favor, mamita, te amo, no te vayas así, deja que te acompañe...- Mis hermanas ya nos habían dejado solos.-Perdóname, viejita, yo cargaré todo, yo te cuidaré, yo te acompañaré, yo te subiré al carro y te daré tu beso de despedida. Por favor, no te vayas así...-
-Apúrate, entonces.- Se resignó.
Nunca había visto hasta entonces llorar a mi madre. Ni cuando murió mi hermano pequeño. Y por lo que sabía, tampoco lloró por su padre muerto ni por mi papá cuando murió.  Rápido me cambié y tomé sus cosas. Detuve un taxi y la llevé hasta el terminal. Los 'jaladores' cuando te ven te arrancan las cosas de las manos y te llevan a su carro. Cuando vi uno que se acercaba a mi madre lo miré fijamente y le dije: 'Ni te acerques a ella, huevón de mierda.' Me miró y se detuvo y el resto hicieron un silbido y sus típicas cobardes burlas en grupo, pero ninguno se acercó. La subí al bus, puse su equipaje en la maletera y me acerqué a darle un beso en la frente, como hago con mis hermanas y mis sobrinas. Eso me enseñó mi papá: 'A la mujer que ames, siempre dale besos en la frente.' 
A veces cometo el estúpido error de hacer llorar a las mujeres que me aman, pero cuando pasa eso, no lo hago porque quiera hacerlo. Lo hago por estúpido y lo peor es que me doy cuenta y para cuando intento arreglarlo, pido perdón, como si fuera tan simple... Aún así, después de eso es el comienzo de algo hermoso. A mi madre nunca más le di razón para que se molestara conmigo. Hemos discutido pero siempre hemos vuelto a ser los de antes. Yo le confío mis cosas y ella me escucha. Ella me cuenta también sus cosas y yo la escucho. Se ha aprendido mis gustos como yo también los de ella. Ella es tan simple como yo en todo sentido: no le gusta el maquillaje, le gusta la ropa suelta, viviría donde sea con tal de vivir bien, se ríe de mis chistes aunque no los entienda, intenta comprenderme aunque no sepa de lo que estoy hablando, y siempre me da su consejo universal para cualquier ocasión: 'Esfuérzate y sé valiente.'
Siempre que va de viaje yo la acompaño hasta el final. Ya nunca me retraso si voy a salir con ella y le he dicho que la amo y la abrazo sin razón y le beso la frente siempre que está conmigo. Pienso en ella y escribo pensando en ella. No duermo sin darle las buenas noches donde quiera que esté. Hace poco, cuando me visitó, tuvimos una última conversación en el terminal de Plaza Norte antes que tome su bus a Trujillo: 'Cuida a esa niña, José. Has de cuenta que soy yo.' 
Y así será, madre. Y así será...

Morena mía, morena, tierno manjar, sonrisa del agua: somos jóvenes, con mucho por aprender, muchas cosas qué ganar, bastante para superar y todo lo haremos juntos. Ante cualquier adversidad que se nos presente, juntos lo haremos todo. Ya no somos dos, somos uno. 

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