Jueves, 11/12/14. Señora Matilde.
Vagaba por el centro de Lima hoy como a medio día. Había tenido una conversación previa con una mujer que no mencionaré su nombre para que no sea afectada en lo más mínimo. El asunto es que no tenía ganas de nada después de esta conversación y mi mundo se estaba yendo cuesta abajo desde que me despedí de esa mujer. Sentado, pensando, mirando alrededor y recordando cada palabra que dije, arrepintiéndome cada frase que no pensé bien en ese instante, vi una señora que comía su helado y traía una bolsa de costal por sus tirantes colgando de su hombro izquierdo.
-"Voy a tender mi ropa por acá, pues."- dijo a nadie mientras comía su helado.
La escuché por mi inusual costumbre de precaverme de todo a mi alrededor (cuestión de ir siempre alerta en esta ciudad), y, saliendo de mis nebulosos pensamientos, le presté atención. La señora tenía en su costal nada más y nada menos, y en efecto, su ropa. Las traía dentro de un tazón verde y una pequeña olla. Eran, estas, una falda floreada, una chompa azul oscuro y un par de ropas interiores, anaranjado y azul, para ser preciso.La vi tenderlos con total naturalidad sobre las desafortunadas o bienaventuradas plantas, para después sentarse sobre el muro pequeño a terminar su rico helado en vaso.
-"Qué malos son estos."- se quejó.- "Antes las plantas eran más grandes y daban sombra."-
Yo seguía sentado, observando qué hacía la señora. Me puse a pensar de nuevo en la mujer y en la conversación. Me sentía fatal por mi estúpida decisión. Ya podría decirse que me olvidaba de la señora, que seguía sentada en aquél muro, cuando la veo levantarse. Se acercó a su ropa, verificó cuánto había avanzado el proceso de secado y regresó hacia su bolsa de costal, puso su olla y su tazón dentro, y buscó una sombra un poco más arriba de donde estaba al principio.
'¿Y si converso con esta señora?' Me dije a mi mismo.
'Conversa con gente desconocida.' Recordé que un día escuché eso.
Entonces me levanté y fui en busca de la señora.
-Buenas tardes, señora.
-Buenas tardes, joven.- Me miró con recelo.
-Veo que su ropa está tendida allí.- Le digo, señalando el lugar donde estaban sus prendas y como quien uno dice algo e iniciar la conversación.
-Sí, pues, es que no tengo dónde tender mi ropa, entonces vengo acá al parque para que se seque.-
-Pero su ropa interior, todo el mundo lo ve.- Digo mientras me acomodo en la sombra y me siento.
-No, están bien escondidos. Ahora, si la persona es chismosa, entonces sí lo verá.-
-Ja, ja, ja.- reí.
-¿Usted es de alguna religión?- Pregunta ella.
-No, señora, no. Yo no soy de ninguna religión, señora. ¿Por qué?- Digo, intrigado.
-Es que parece que lo es.-
-¡Ah! Lo que pasa es que más tarde tengo una entrevista de trabajo y tengo que estar vestido formalmente.-
-Parecía mormón. Yo antes era católica porque mis papás me bautizaron de niñata, pues. Como es la costumbre, pues, joven. Pero desde que vine a Lima, a mis 15 años, soy de otras religiones. Ahora, hace poco no más, me he cambiado a la religión de los israelitas. Ahora soy israelita. Ya van casi 14 o 13 años que estoy en esta religión. Pero ya pronto me cambio de nuevo al catolicismo, porque mis papás me bautizaron así.-
Yo me quedé interesado en su pequeño relato. Pero para no hablar de religión, puesto que estos son motivos de tantos mal entendidos, y más conmigo por las ideas que tengo, decidí cambiar de tema.
-¿Señora, no tiene dónde secar su ropa?-
-Sí, en la casa de mi hermana, pero vive lejos y aveces está enojada y ¡fush!, me bota con todo. Pero cuando está de humor, sí me deja.-
-¿Usted no tiene casa, señora?-
-No, yo voy a la casa de mi hermana, en Cañete.-
-¡wow, qué lejos! Pero, señora, ¿y sus hijos?-
-Ellos tienen su familia. Mi hijo, el mayor, me da mi pensión cada mes. Yo tengo mi platita, todo lo que me envía, lo ahorro. En vez de alquilar mi cuarto y eso, prefiero ahorrarlo, francamente. Es que no puedo tener casa yo, joven. Un cholo maldito siempre viene a hacerme daño. Fue mi segundo esposo. Yo ya me había casado antes, a mis 15 años. Mi primer esposo murió...-
-¿Murió, señora, de qué?- interrumpo.
-Él sigue vivo, pero yo digo siempre que murió. Ahora tiene su mujer y no sé cuántos hijos también. Todos mis maridos tienen sus esposas. Siempre me golpeaban. Ese cholo delincuente me cortó la cara y siempre me hace daño. Hace poco, por ejemplo, como yo siempre estoy caminando, así, por los parques, (me gustan los parques, joven), me quedo dormida en los banquitos, pues, ¿no? Entonces vienen dos tipos, se sientan a mi costado y me ponen un pañuelo en la nariz y me duermen peor. Cuando me levanto ya tengo heridas en mis piernas. Mira, mira...-Señala su pierna.- ... esta pierna está hinchada y no estaba así, me ha quemado y me ha plantado una enfermedad ese cholo piraña. Él siempre me quiere hacer pegar la enfermedad esa de la UTA. En todo mi cuerpo. La otra vez, cuando tenía antes pues un cuartito, le pagó bastante dinero a la señora de la casa y entraron a mi cuarto. Buscó mis calzones y lo manchó con algo que olía feo, horrible, joven. Ayer, por ejemplo, entraron a mi casa sus mujeres y en mis ollas se lavaron el culo, han robado mis ropitas que yo tanto guardo, me desgracian todo, joven. La otra vez, joven, cuando tendía mi ropa, me eché a dormir un ratito, así de poco no más, cuando siento que un hombre se acerca y me pone un pañuelo en mi boca, me duerme, joven. Entonces, cuando levanto, mis calzones están cortados y en la parte donde pongo mi vagina, ese trapito blanco que siempre hay en los calzones, está pintado con mugre, parece sangre de pescado, joven. Ese cholo maldito que contrata a las personas para que me hagan daño, joven. ¿Qué pues le habré hecho yo? Yo solo lo dejé porque él me golpeaba fuerte, joven, hasta me cortó la cara y me violaba con su amigo ese el cholo Chapuca, esos dos son mi peor desgracia, joven. Pero, ¿qué puedo hacer, pues, joven?-
No respondo. Solo la he escuchado hasta el momento.
-La otra vez quise ir a denunciarlo. Los policias dicen que mi denuncia no procede. ¡Esos policias están comprados! Ese cholo desgraciado les paga para que no me hagan caso mi denuncia. Ese cholo de mierda recibe maletas de dinero en dólares y como es mafioso, se venga de mi. Yo no le hice nada, joven, enserio. Pero igual, me hace daño. Su mujer la Gloria es una gorda puta. Esa también quiere hacerme daño. Yo no le hago nada. Ni siquiera la conozco. ¿Qué hora es, joven?-
-Son casi las 2 y 30, señora.- Y entonces caigo en la cuenta que estuve conversando con la señora casi hora y media.- Tengo que irme como a las 3, señora, para mi entrevista de trabajo.-
-¿Tú qué estudias?-
-Estudio ingeniería, señora, en la universidad del Callao.-
-Aaaahhhh, estudia para que tengas tu platita. Cuando ya tengas todo no te olvides de tu madre.-
-No, señora, jamás. Yo estudio para ella.-
-Qué bueno, joven. Yo no vivo con mis hijos. Mi primera hija, cuando yo tenía 15, 17 años, nació muerta. No sabe, joven, cómo sufrí. Mi otra hija nació con bien, o almenos eso creí, porque luego mi hija murió ahí mismo, en el hospital, de una infección al estómago. No la pudieron salvar. Mis hijos, el mayor, por ejemplo, está con su mujer. Él tiene su familia. Yo mejor no lo molesto. El menor, él también tiene su mujer y sus hijos. Yo no soy de las madres que están ahí molestando a sus hijos. Yo, a mis 22 años, o 20 quizá, los doctores me quitaron mis trompas, y me sacaron todos los ovarios. Yo no pude tener más hijos. Y el cholo ese desgraciado cree que no tuve más hijos porque no quise. ¡Yo estuve con muchos hombres, joven! Todos eran malos. Ahora cada uno tiene su mujer y sus hijos, pero no importa, joven, ¿qué le vamos a hacer? Ese cholo desgraciado espera a que me duerma para que venga a hacerme daño. O si no, manda a alguien que me haga daño. Hace poco no más, mientras dormía, siento que me cortan el pelo, y yo no le hago caso, pues, joven, ¿quién me cortaría el pelo? Pensé. Pero cuando me doy cuenta, mi pelito ya está cortado. La semana pasada, joven, estaba caminando por la calle, y una señora, con su carreta, me empuja fuerte y yo me caigo y me hago esta herida, mire, joven, es una herida fea. Fui al doctor a que me curen, pero cuando me doy cuenta, el doctor, en el mismo hospital, están tratando de ponerme esa enfermedad de la UTA. Entonces ese cholo desgraciado ha contratado hasta el doctor, joven. Y de seguro también contrató a la señora esa para yo hacerme la herida. Mire mi herida, joven. Mire mi piel, joven. Todos estos están con la enfermedad de la UTA, joven. Ese cholo desgraciado... Pero, ya, pues, ¿Qué le vamos a hacer, joven? Ese cholo vengativo vive por ahí, por La Victoria con su mujer la Gloria, esa mujer gorda puta que me jode sin siquiera conocerme, Pero para, entonces, evitarme tanto problema, mejor vengo a tender mi ropita por acá y me evito de problemas, joven. Cuando llegué estaba comiendo mi heladito que estaba rico. Estaba en la calle cuando veo a un joven comiendo su helado y le digo: 'Joven, invíteme un helado, por favor.' 'Ya, señito, pida no más.' me dice. ¡Qué bueno fue ese joven! ¿Qué hora, es, joven?
-Ya van a ser las 3, señora. Tengo que irme ya. ¿Usted viene siempre, señora, a tender su ropa?-
-Ya van 3 días, ya. El primer día los que riegan las plantas ven que mi ropita está tendida, y aún así mojan las plantas junto con mi ropa. Entonces yo me voy más allá, y vienen a molestar, joven. Ya no voy a venir, creo, ya, joven. Este es un parque para todos. Si yo quiero puedo venir a secar mi ropa y no pasa nada. El parque es para todos. Yo tendía mi ropa más abajo, pero ahí pasaban mucha gente y miraban mi ropa. Hasta que me harté y mejor me vine por acá, que no pasa mucha gente. Y así, pues, joven.
-Ojala la vuelva a ver, señora. Mañana vengo como para visitarla. Si no la encuentro, me vuelvo a sentar donde estaba antes y continuaré pensando.
-Ya, joven, cuídese.
Y me fui. Pensaba en todo lo que me contó la señora. En todo por lo que tuvo que pasar por estar con esos hombres que no la cuidaron como se debía. Me invadió una profunda pena por la señora y sus males ocasionados por ese cholo delincuente. Me pregunto si mañana la encontraré de nuevo. Vendía huairuros, también me dijo. Si no la encuentro, iré, como caminando y distrayéndome, a buscarla.
Después de eso, seguía pensando en la mujer y la conversación. Y no podía dejar de pensar en cuanto la amo.
![]() |
Señora Matilde. |

Comentarios
Publicar un comentario
No te olvides compartir :) ¡Saludos!