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Mostrando entradas de enero, 2016

EL DIARIO DE UN PATINADOR: Día I.

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Hola, amigo, tú serás lo que se suele llamar: un diario.  Siempre creí que los diarios son para mujeres, y sigo creyéndolo, jajajá, pero siempre hay una excepción a la regla, pues creo que si por ahí, en algún momento, un patinador que le guste leer se tope con este escrito, pueda tomar apuntes y tener en cuenta ciertas experiencias de un patinador más (que le gusta leer y escribir). En la actualidad ya patino con normalidad, ya no me caigo y podría decirse que mi técnica va mejorando de a pocos: lento, pero seguro. Comenzaré por explicar por qué patines y no skate, ni bicicleta, ni otra cosa. Pues, bueno, verán, escogí los patines porque es algo que no se ve con normalidad, no es muy común en este país, y se veía mucho más difícil, completamente un reto. Entonces, para resumir, escogí los patines porque eran raros verlos y porque eran más difíciles de dominar. ¡Ah! También son mucho más cool . En las calles de Lima se suele ver skaters, con sus tablas yendo de un lado a otro;...

HERMELINDA

Un nuevo y pequeño amor apareció en mi vida. Fui tan feliz en su momento, que después me desesperé con la idea de no volver a verla. Tan hermosa en su tamaño, tan bella en sus facciones, tan única a su manera: era la niña perfecta. Hermelinda le hacía honor a su bello nombre. Pequeña, coqueta, engreída, caprichosa, juguetona, melosa y divertida, ¡qué bella! Si tan solo la malicia del mundo no fuera tanta, me la hubiese comido a besos, en abrazos, en apapachos y engreimientos. Yo llegué de repente al mismo lugar que suelo visitar los viernes por la mañana, me dirigí al mismo lugar donde estuve el último viernes, y de pronto nuestras miradas se cruzaron, me sonrió y me dije, ella es. Me distraje a propósito en otras cosas, y fui a verla otra vez. Saltó de alegría a ver que me sentaba a su costado, me hizo la conversación de la nada y terminamos conversando de todo. Se mostraba muy entusiasmada con historias de princesas y castillos y magia y príncipes y caballos y tanta cosa de cu...

LOS PECES DORADOS

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Estaba recostado en mi bote en medio del mar azul, con mi caña de pescar y una taza de café caliente a mi costado, un libro de esos que te desconectan del mundo, y se ocultaba a lo lejos el sol anaranjado del atardecer. De pronto la caña empezó a sacudir, me levanté para mirar el agua: un cardumen de peces dorados nadaban hacia el sol, y de pura suerte uno picó el anzuelo. Era fuerte, intentaba liberarse con ferocidad, y yo no iba a permitir que se me escapara. Había estado esperando esto desde hace mucho tiempo, todos los días lo anhelaba en medio de mis historias, y por fin había sucedido. Jalé con fuerza, maniobré como nunca lo hice, y pronto la tuve fuera del agua, la vi sacudirse en el aire, las gotas de agua al rededor, y la brillantez de sus escamas con la vieja luz del sol. Según había leído en los viejos libros de la biblioteca, estos peces pueden vivir fuera del mar, pero solo si encontraban a alguien que los amara de verdad. La observé por largo rato, su magnificencia, su b...

HISTORIA DE UN AMOR

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La primera vez que yo la vi, ella estaba en su casa con su hermano y su hermana, me pareció una chica muy linda y con la mirada extrañada. Su voz era de niña, su piel era morena, y lo primero que pensé después de verla de reojo para que no se percatara su hermano, fue eso, su piel morena, y recordé que hace poco no más me estaba aprendiendo un poema de Mariano Melgar, Morena mía. Lo recité de memoria ese entonces, mirándola sin que se diera cuenta, y olvidando cada palabra que me decía su hermano, e ignorando cada suceso a mi alrededor, solo la veía a ella sentada sobre el sofá, con las piernas sobre el sofá, con el celular en la mano, y una que otra sonrisa de rato en rato. Obviamente solo pensé que era la casualidad, casualidades de la vida, no podía ser que yo haya planeado aprenderme ese poema solo por ella, pero cuando la vi, decidí aprenderlo por completo. Por cierto, fue el primer poema que le recité a medias, pues las cosas que hacía por ese entonces no me daba mucho tiemp...

TODAVÍA

¿Todavía me quieres? Yo aún te quiero, niña de la belleza rara. Te imagino sentada a lado de la ventana de un carro, mirando las calles,  las personas,  los carros, pasar; y al cruzar por debajo de un puente, cierras los ojos y piensas sin querer, 'oscurito, oscurito', mientras buscas mis labios en el aire. ¿Todavía me extrañas? Yo aún te extraño, mi reina. Te borras mi pensamiento de la mente, caminas escuchando música, bajas por ese puente, ves la señora de las naranjas, y te asalta la nostalgia,  y piensas, quiero una naranja partida en cuatro. ¿Todavía me necesitas? Yo aún te necesito, niña mala. Te sacudes de nuevo el recuerdo, pero, niña, yo antes había pensado en todo: tienes mi amor viviendo en tu casa, y a pesar de todo, de lo que sea, has sabido cuidar ese amor, nuestro amor, nuestra hija, nuestra Pinina. ¿Todavía me deseas? Yo aún te deseo, mi amor. Te has puesto a pensar ahora, en l...

CÓMO MATAR A UN DIOS DE LA MUERTE

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Una vez escuché la historia de un dios de la muerte que murió por amor. Murió a causa de un amor imposible, prohibido hasta por la misma naturaleza. No tengo dato alguno de si la historia es cierta o no, pero incluso en la imaginación de los hombres los dioses mueren por amor. A un dios de la muerte no se le permite ir en contra de los designios del destino, es por eso que cuando llega la hora de morir de un humano, ellos no pueden interferir. Yellos era uno de ellos, un dios de la muerte, y cierto día empezó a contemplar a un humano, uno al que él consideraba especial por su infinita belleza, sus formas; y dedicaba su tiempo observando a esa joven humana. Yellos no hacía sino mirarla mientras ella hacía su vida cotidiana. Uno de los tantos poderes del que goza un dios de la muerte es tener la capacidad de ver la fecha del día en que morirá un humano, y, por lo tanto, sabía cuándo iba a ser el día de la muerte de esa joven. Además, gozan de un libro especial en el cual si ponen el n...

LA MOSCA SUICIDA

Estaba tomando mi sopa de gallina de la mañana del lunes. Escuchaba las canciones de Leuzemia y cantaba en mi mente las partes que me sabía. De pronto suena el celular, era ella, Jhazmín. - Telefónica del Perú, le informa que el número que usted ha marcado se encuentra temporalmente fuera de servicio. - Fuera de servicio te voy a hacer, chistoso. ¡¿Por qué no me has llamado?! - Te envié un mensaje. - Ay, sí, estuvo lindo, conejillo, gracias. Pero, ¡¿Por qué no me has llamado?! - Eres la mujer más bipolar del mundo, ¿sabes? - Calla, mongolo. Se puso a hablar de su viaje, de cómo había llegado, y mientras la escuchaba, regresé a mi mesa que da a la ventana, y mientras miraba la calle, sorbía de mi cuchara los deliciosos fideos de mi sopa matutina. La voz de Jhaz es extrañamente diferente por teléfono. Me preguntó que cómo estaba, que qué había hecho, y le conté sobre mi domingo, lo bien que la pasé con mis amigos en la playa.  - Adivina a qué playa fui. - No me dig...

EL ADIÓS DE JHAZMÍN

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Hola, José, ¿cómo estás? Espero que bien. Si tienes esto en tus manos es porque ya te dije lo peor, ya hicimos el amor y ahora solo queda esto. No tienes idea de cuán feliz he sido mientras estuve aquí contigo, pero como sabes, soy profesora de un lindo nido en Arequipa y tengo que enseñar los talleres de verano. Mis niños lo son todo. Tú también lo eres todo. Yo fui tu medicina, me satisface mucho que haya podido ayudarte y me alegra que no hayas olvidado ese detalle, de mencionarlo siempre. Me gustas mucho porque eres un chico muy tierno, detalloso y caballero. Me sorprendías siempre con cualquier cosa tuya que hacías, decías y pensabas. Soy de muy pocos amigos y me pierdo en los libros siempre, me desconecto del mundo, tú más que nadie debes de saber esa sensación; pero te juro que me hacías volver a la realidad, una realidad en la que estaba contigo a mi lado. Tu risa, tu voz y tus manos tocándome el cuerpo cuando menos lo esperaba. Me encantan los helados y los chocolates, y tú s...