LA MOSCA SUICIDA

Estaba tomando mi sopa de gallina de la mañana del lunes. Escuchaba las canciones de Leuzemia y cantaba en mi mente las partes que me sabía. De pronto suena el celular, era ella, Jhazmín.
- Telefónica del Perú, le informa que el número que usted ha marcado se encuentra temporalmente fuera de servicio.
- Fuera de servicio te voy a hacer, chistoso. ¡¿Por qué no me has llamado?!
- Te envié un mensaje.
- Ay, sí, estuvo lindo, conejillo, gracias. Pero, ¡¿Por qué no me has llamado?!
- Eres la mujer más bipolar del mundo, ¿sabes?
- Calla, mongolo.
Se puso a hablar de su viaje, de cómo había llegado, y mientras la escuchaba, regresé a mi mesa que da a la ventana, y mientras miraba la calle, sorbía de mi cuchara los deliciosos fideos de mi sopa matutina. La voz de Jhaz es extrañamente diferente por teléfono. Me preguntó que cómo estaba, que qué había hecho, y le conté sobre mi domingo, lo bien que la pasé con mis amigos en la playa. 
- Adivina a qué playa fui.
- No me digas que Punta Negra.
- ¡Sí!
Conversamos de más cosas, y luego empezó a decir algunas cosas que no recuerdo con exactitud, pues al mirar mi plato vi una mosca en mi sopa, se estaba ahogando, la miré con atención y noté que movía sus patitas y que poco a poco dejaba de moverlas. Me compadecí de ella, así que la cogí por la ala y con suavidad la puse sobre la mesa. 
- Oye, levanta, respira. - Le dije.
- ¿nani?*- Dijo Jhaz.
- Nada, contigo no era.-
- ¿Entonces?-
- Es una mosca, se acaba de ahogar, creo, la estoy salvando.
- Tonterías haces, conejillo. Ya tengo que irme, tengo que ir al jardín. Te llamo después, ¿ya? 
- Está bien. Cuídate, bonita.-
Y colgó. Miré la mosca que ya se movía, me sentí satisfecho, pensé: mi semana empieza muy bien, Jhaz me ha llamado, he salvado una mosca, y estoy desayunando por primera vez en todo el año. Normalmente no desayuno, siempre me vengo de la comida en el almuerzo, y además, no me da mucha hambre de mañana. Volvió a sonar el celular.
- Me olvidé de preguntarte, ¿qué pasó con lo otro?
- ¿Cuál otro?
- No te hagas el menso.
- Jaja, me gusta cuando me dices menso. Bueno, volvió a escribirme.
- ¿En serio? ¿Y qué te dijo?
- Lo de siempre. Cree que solo te conté cosas malas, já.
- Eso no es cierto, pero, bueno, ¿le dijiste lo que te dije que le digas?
- Bonito trabalengua, jaja, sí, le dije.
- ¿Y?
- Dijo que no, pero ya me lo esperaba, así que normal.
- Ah, ya, sigue así, tú puedes. ¡Gambare!**
Y nos despedimos otra vez. Volví a tomar la cuchara en mis manos y empecé a masticar mi pan mientras tomaba mi sopa, cuando de pronto veo a la mosca en el filo de mi plato. La miré con cuidado, analicé sus movimientos, y ¡pum! La mosca estaba de nuevo en mi sopa. ¿Tan rico estaba? Pero, sí, estaba rico. La dejé un momento ahí hasta que comiera lo suficiente, pero luego vi que dejó de moverse y me preocupó, así que la tomé de la ala otra vez y la puse sobre la mesa, esperé a que se moviera otra vez, pero no lo hizo. ¿Estará muerta? Me pregunté. Intentando aplicarle los primeros auxilios que se le hace a un ahogado, con sumo cuidado, con mis dedos, le aplasté la panza; grande fue mi sorpresa, pues creo que no fui muy cuidadoso, ya que sus tripas salieron por un costado y oficialmente la mosca se murió. No sé si murió de ahogada, pero apuesto a que la rematé cuando la aplasté. Volvió a sonar el celular.
- Olvidé preguntarte cómo estás.
- Yo estoy un poco triste.
- ¿En serio? Conejillo, me gustaría estar contigo y darte fuerzas.
- Por eso no, monga, sino porque murió la mosca que te dije hace rato.
- Jajajaja, te pasas. Un beso, mi niño, ahora sí me voy. Te quiero mucho.
Colgó otra vez. ¡Qué insensible es! En medio de mis pensamientos, cogí mi pan de nuevo, metí un pedazo en la sopa, y comí ese pedazo hasta chuparme los dedos, y me di cuenta, después, que con ese mismo dedo aplasté la mosca, y me dio un poco de asco.
Luego pensé, si las moscas supieran nadar, no se ahogarían en mi sopa, no tendría que rescatarlas tomándoles de las alitas, no intentaría aplastarles la barriga tratando de sacarle el agua que tragaron, no me lamentaría pasar mis dedos por mi boca después de aplastarlas intentando sacarles el agua que se tragaron. Creo que abriré mi centro de natación para moscas. 
Esta vez la llamé yo. 
- Oye, tengo el negocio de nuestras vidas.
- ¿Cuál es?-
- Un centro de natación para moscas.
- Jajajaja, ¿y por qué?
- No lo sé, es mi intento para salvarle la vida a las moscas. Oye, ¿recuerdas el puente que te dije? -
- Etoo... Angélica Gamarra, ¿no? - ***
- Sí, sí, ese, ya lo pasé, alucina.
- No te creo. 
- Sí, mira el blog, en un rato lo subo.
- Ok, conejillo, ahora estoy en el jardín, me voy yendo, ¿ya?
- Está bien, bonita, te quiero mucho.
- Y yo a ti.


Jhaz, ella es Karlota, mi bella super amiga, sí, tienes que sentir celos de ella, la adoro con todo lo que existe en este mundo. Pero te quiero. Pongo esto de acá chiquito por que sé que eres medio cegatona. 


* '¿cómo?', En japonés, yo le enseñé.
** '¡Ánimo!', En japonés, yo le enseñé.
*** 'Esteee...', japonés, otra vez. 
Mucho anime veo.



Comentarios

Entradas populares de este blog

ISABEL

CREO QUE YA TE FUISTE, Y NO ME AVISARÁS

CONVERSACIONES