TU PRIMER PEOR ACOSADOR

¿Te has puesto a pensar cuántas veces en tu vida tendrás un acosador como yo, niña? 
Yo era el peor, y también quizá el mejor acosador que has tenido. ¿Recuerdas las veces que iba a espiarte a tu instituto de inglés? ¡Cómo lo vas a saber si ni siquiera sabías que iba a verte! Habían unas bancas cerca de tu instituto, y yo logré suponer la hora aproximada de a qué hora salías de clase, y acerté; y con mi libro de bolsillo, mi pantalón negro y mi camisa blanca, iba a sentarme amparado bajo la sombra de unas ramas de un árbol y la noche de los lunes y los viernes de cada semana. Mientras salías leía y releía ese libro de bolsillo que te mencioné, e iba aprendiéndome línea a línea los diferentes versos de amor que estaban impresos en sus hojas.

'Quienquiera que seas, 
pongo sobre ti mis manos para que seas mis poemas, 
te murmuro al oído: 
he amado a muchas mujeres y a muchos hombres, 
pero a nadie he amado tanto como a ti.'.

Los aprendía estrofa por estrofa según los días en que iba a verte. Los poemas de Whitman han sido una hermosa experiencia. Niña, yo te digo, ¿qué hubiese pasado en ese momento si tan solo me hubiera atrevido a hablarte? Salías siempre acompañada, conversando con tus compañeras, riendo o a veces mirando a cualquier lado, pero en ninguna de esas ocasiones miraste donde yo estaba, era lo que en ese momento parecía, una sombra inexistente en la multitud. Con mi libro casi cubriendo mi rostro, viéndote por encima del libro, muchas veces imaginé la escena de dejar que te adelantaras, entonces yo te perseguiría hasta donde te detuvieras, generalmente en el semáforo para cruzar la calle, y luego yo te tocaría el hombro, tu voltearías y me mirarías asombrada, ¿me hubieses abrazado al instante? ¿me hubieses besado sin si quiera pensarlo? O, tal vez, ¿me hubieses preguntado, qué haces aquí? A mí se me hace que por más que quisiera que no pasara eso, me hubieras hecho la tercera pregunta, ¿qué haces aquí?
Una vez lo intenté de veras, fue un viernes de un fin de mes, había confiado la misión de verte salir a un amigo, mientras yo te esperaba en aquel lugar donde solía abandonarte, ¿lo recuerdas? Fue chistoso, a decir verdad, pues estuvimos esperando casi una hora a que salgas del instituto, preguntándonos por qué no salían ni tus compañeros para preguntarle por ti (porque has de saber que hasta a ellos podía reconocerlos), pero ese día no hubo clase, así que mi plan no funcionó. Fue la única vez que lo intenté, lo tomé como una treta del destino: esto no debía darse, o perdí mi oportunidad. Justo ese entonces me aprendí una estrofa del mismo poema que me aprendía desde el lunes.

'Oh, he sido tardo y mudo,
debí haberme abierto camino hacia ti hace mucho tiempo,
no debí haber proclamado a nadie sino a ti,
no debí haber cantando a nadie sino a ti.'.

Ay, niña, ¿sabes qué es lo peor de todo esto? Es que ya no sé si me lees o no, tú antes me decías que lo hacías, y te creía. Ahora ya no me dices nada, ni me escribes ni te escribo, este maldito rubor que siento. ¿Alguna lectora o lector, cualquiera, se animaría a decirme qué debo hacer? No sé por qué, pero quiero saber de ella. Ya no la acoso, ya no. Quisiera hacerlo, lo pensé seriamente, pues después de un tiempo en que dejé de verla, supe dónde trabajaba, a qué hora entraba y a qué hora salía, con quien andaba y por dónde. No se asusten, pasa que soy todo un caso, de verdad, pero inofensivo, no hago daño. Para quitarme aquellos pensamientos de la cabeza, me puse a hacer otras cosas, pero siempre en mi mente pasaba la idea, ¿y si vas por allá y la miras desde lejos? Ahora creo que ya dejó de trabajar, sería cuestión de volver a ir a aquel lugar y asegurarme, pero logro sospechar por dónde está ahora, y si vuelvo a averiguar uno o dos datos, conociéndola, sabría sus horarios y sus caminos. Creo que doy miedo, ¿no es cierto? Creo que debí ser detective, soy bueno averiguando cosas, tengo mis mañas. Solo quiero verla a los ojos, mirarla de esa forma en que solo ella sabe cómo lo hago, acercarme poco, solamente poco, tantito nada más, y olerla... Tierno manjar, tu corazón no sabe de penas, y de lágrimas no saben tus ojos, porque eres reina mía, porque eres princesa. Cuando te recitaba esas líneas tú las repetías conmigo. También eso quiero, escuchar tu voz al unísono con el mío cuando te recito un poema, mi amor. Y perdóname otra vez si te llamo amor, ya debes de saberlo esta vez, es solo un reflejo del corazón, este terco y tonto corazón. 
Por lo pronto, niña, si por equis motivos se te da por leerme, ¿me escribirías al menos unas líneas en la caja de comentarios? Insúltame si quieres, pregunta cualquier cosa, una señal de vida, cuéntame sobre mi hija, algo...

Y si bien no fui, tal vez, tu primer gran amor, al menos fui tu primer peor acosador. 

Cuídate, morena. Mi voz buscará el viento para tocar tu oído.

Posdata: Se me acaba de pasar por la mente un pensamiento, tengo que volver a patinar.

Comentarios

  1. el corazon es terco como una mula, cuando se enamora el decide cuando deja de sentir por esa persona,no se si escribes vivencias o son inventadas, pero lucha siempre por la persona que quieras, mas vale luchar y perder que no hacerlo y lamentarte por ello.Por cierto¿ me has robado a mi perra ?jajajason iguales,el googel la puedes ver en mi perfil.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, no te la robé, jajaja, es mi hija, se llama Pinina, y ahora vive con su madre. Gracias por leerme y comentar. :)

      Eliminar

Publicar un comentario

No te olvides compartir :) ¡Saludos!

Entradas populares de este blog

ISABEL

CREO QUE YA TE FUISTE, Y NO ME AVISARÁS

CONVERSACIONES