MONÓLOGO
Solo me siento acá, frente al monitor, con mis dos manos sobre el teclado y mis dedos apretando firmemente las teclas que dan vida a estas letras que por sí solas no serían nada pero juntas, dicen lo que pienso, siento.
No sé si a alguien le importe lo que sienta o piensa, no me importa tanto ya, a decir verdad. Solo escribo porque es la única forma en que siento que alguien me escucha. Me siento triste. Es junio, lo sé, pero no puedo echarle al culpa solo al mes este, sino a otras cosas más que ya no deberían tener importancia pero es tan difícil olvidar... ¿Dónde está? ¿Por qué no se ha pronunciado? ¿Está bien? La he esperado por horas en los lugares donde podría encontrarla pero nunca ha llegado. Se ha hecho humo. ¿Por qué el mismo calor sin mí en este frío? ¿Por qué para ella el sol sale al siguiente día y vuelve a salir en este frío invierno? No tengo ganas de nada. Absolutamente nada. Todos me han abandonado. Me pregunto si debería irme, regresar de donde vine, conformarme con lo que fui, olvidarme de todo. Ya he empezado esto, pienso, tengo que terminarlo. Estoy en medio de algo y simplemente por algo como esto no me puedo desganar así porque sí. Piensa en todo lo que has logrado hasta ahora. O mejor, piensa en todo lo que has logrado antes de conocerla. Estabas bien. Ya habías superado una crisis, o al menos estabas saliendo, algo herido por dentro, pero lo estabas logrando y ella lo sabía, se lo dijiste. ¿Ella? Ella solo vino y te tendió la mano, te ayudó a subir a la cima, y cuando sentías volar, te empujó al abismo otra vez y te miró caer, divertida, diciéndote a gritos que tú fuiste el que tropezó, el que se equivocó, el que lo malogró todo. Y tú, tonto, tonto, tonto, grandísimo tonto, lo aceptaste, aceptaste toda la culpa aunque sabías que no tenía razón, pero ella te había dicho una vez que en sus anteriores relaciones ella fue la culpable pues no había puesto todo lo que ella debía para que resultara y tú solo querías salvarla esta vez, para que ella esta vez dijera que no lo malogró ella sino el cojonudo de su enamorado. ¿Y ahora qué harás? No puedes quedarte ahí, cayéndote en aquel abismo, ese que no solo son tus pesadillas mientras duermes sino también tu vida real, tu pesadilla en vida. Deja de pensar que algún día la volverás a ver. Amigo, si así fuere, ¡bien por ti! La verás, sentirás que te hierve la sangre como cuando estabas con ella y el corazón querrá destrozar tu pecho de la emoción y las lágrimas de felicidad lavarán tu ser por dentro pues la verás feliz, feliz, feliz y feliz pues es una mujer hermosa y sabes, lo sabes muy bien, que encontrará a alguien más que la adore tanto o más que tú y ella se sentirá tan bien con él, tan segura, tan ella, tan su mujer, que encogerás los hombros, esbozarás una sonrisa, te mirarás a ti mismo y dirás, qué bueno que la dejaste ir, qué bueno que no se quedó contigo, pues tú no eres del tipo que hubiese podido darle de todo.¿Piensas acaso que un paquete de galletas es un regalo para una mujer como ella? ¿Piensas acaso que una naranja partida en cuatro dentro de una bolsa es un regalo digno de ella?
Se supone que ya no deberías hablarle, y no lo harás. ¿Pero por qué le escribes? Dijiste que no lo harías. Ya no te leerá. Así como otras tantas cosas más que no hará por ti. Ya no eres su rey. Intenta dejar de pensar, no es bueno pensar mucho te dijo ella una vez, ¿lo recuerdas? Pero ya no sabes si es cierto lo que ella te dijo alguna vez, ya no ya. Ella es buena y mala al mismo tiempo. Es mi niña mala. Lo bueno es que ya no la llamas por su sobre nombre. Estás progresando, Buena suerte, amigo, duerme ahora, ya es tarde. Mañana tienes que ir a estudiar. Una mujer como ella no merece tanto sacrificio, ¿o sí? No contestes, ya me sé tu respuesta, tonto estúpido.
Busca a Stephanie en tus recuerdos y olvídate de esta, contamina sus memorias de esta con ella. Confúndelas en tu corazón, en tus sentimientos. Piérdete, amigo. Y busca otra salida, tú puedes, no te desanimes. ¡Eres el mejor! Deja de hacerte la misma pregunta tantas veces, nunca sabrás la respuesta sincera, pues ella dejó de serte sincera desde que todo empezó, desde que él vino, y lo sabes, lo saben los dos. Duerme, duerme ya.
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