NO TE ACABES, OCTUBRE

¿Recuerdas cuando caminábamos juntos tomados de la mano? Nuestros hombros se rozaban de rato en rato. Un chiste por acá, una locura por allá, un suspiro involuntario, cosas sin sentido... Tú y yo, riéndonos de cosas triviales, soñando juntos, viéndonos a los ojos, corriendo, tratando de alcanzar los mismos sueños que pintamos. Me gusta escucharte hablar, hay veces que repito y repito algunas grabaciones que tengo de ti por ahí, e incluso ahora mismo, si presto atención, puedo escuchar tu voz tiñendo del color del atardecer nuestro verano. Ahora que lo recuerdo, desde que te conocí han sido verano mis días.
En verdad es aburrido si no estás aquí.
Ya ves que solo ando reviviendo y reviviendo los recuerdos que tenemos juntos, o quizá solo pienses que yo soy el único tonto que las tiene, tal vez ya los has olvidado, ¿me has olvidado? No me respondas, es mejor no saberlo, a veces una verdad contraria a la que creo puede hacerme llorar. ¿Te has dado cuenta que sigue siendo octubre? Lo sé porque no puedo dormir, llevo una semana sin dormir, llevo una semana yéndote a espiar. He vuelto a hablar de ti con demasiado esmero, como si otra vez estuviéramos juntos, más bien, como si por primera vez estuviéramos juntos. Te sueño, te pienso, como si fuera la primera vez. Cada recuerdo es como ayer, nada ha cambiado. Cada amor, cariño... Sigues siendo tú. Pienso en esto muchas veces, y lo hago repetidas veces, las que sean necesarias, porque quiero estar seguro de las cosas que quedaron. Brillan sin desaparecer.
Ahora que me doy cuenta, nunca estuvimos juntos bajo la lluvia. Quizá una tarde nublada, sí, una tarde nublada. ¿La recuerdas? Aquella vez que te recogí en la estación del metro, tú estabas con tu chompa grande, esa que te quedaba como falda; la enorme mochila que parecía caparazón sobre ti, y el cabello desordenado y según tú peinado. Creo que ese día fue el primer día en que te abandoné en tu trabajo. De lejos pude verte sonreír por mi culpa. Cada vez que recuerdo verte reír por mi culpa mi corazón se alegra, es como si se despejara su cielo de un día lluvioso. Oye, ¿te has puesto a pensar que tal vez en otra vida tú y yo nos encontraremos? Si no se puede en esta, tiene que ser en la otra. Seguramente correremos juntos por la estación, como los niños inocentes que éramos, y nos recostaremos sobre la cama junto a la ventana, miraremos el cielo después de hacer el amor, y las mañanas se irán y se irán y las estaciones cambiarán pero tú y yo seguiremos viendo verano. Pero, ahora que me doy cuenta, quizá reencarnes siendo un insecto horrible y feo y frentón, sobre todo eso, frentón, y te haga mi mascota. Prometo hacerte mi mascota si te conviertes en un insecto, ¿está bien? Solo por si acaso yo sea el insecto, ¡no se te ocurra matarme! Y si somos insectos ambos, sea cual sea el insecto que seamos, ¡hacemos cruce de razas! 
Ya estoy pensando tonteras.
Ay, mi niña, ¿qué vamos a ver después de todo esto? ¿Qué verás tú? ¿Qué veré yo? Quiero ser tus ojos. Hay veces que no sé qué hacer, y le confío mis deseos suavemente a los tuyos, espero que sean correspondidos, los espero pacientemente mientras observo cómo el atardecer tiñe de anaranjado el cielo.
Soy consiente que el amor nace entre dos personas y que esto sucede quizá cada minuto, pero eso no nos importa, esto es nuestro. Ya estoy acá desde hace mucho, y sabes eso, sabes que estoy para ti. Aunque no cambies, aunque cambies. Tú eres tú, no te preocupes. Y si... Bueno, si todo solo pasa, tú y yo nos volveremos adultos, conoceremos a alguna persona maravillosa y traeremos al mundo una familia irreemplazable, y quisiera que conozcan ese lugar, esos lugares, donde solíamos amarnos, donde solíamos vernos a escondidas, donde lo clandestino era legal en nuestro mundo.
Los días pasan y pasan. Octubre ya se está acabando, no quiero que se vaya sin antes haberte visto a cinco centímetros de mí. ¡Prometo llevar mi regla para medir la distancia! Para decirte lo mucho que te quiero, para reclamarte que por qué no estás comiendo a tus horas, para pedirte que no te enojes ni te preocupes por cosas que no importan, para recordarte que comas panetón esta navidad, y para hacerte saber que no olvidaré aquella aparatosa y torpe risa con tu enorme frente brillando a la luz de los postes y la infaltable expresión de ¡José! por cada tontería que haga para hacerte reír.
Cuando despierto por las mañanas, empiezo a contar en reversa hasta que llegue la hora de dormir, espero y observo cómo pasa el día sin apresuramientos hasta poder soñar contigo. Veo las mañanas pasar día a día, y las estaciones cambiar periódicamente, y los años pasar sin darme chance de que se salten un mesesito, por favor, ¡acórtale el tiempo al tiempo! Solo espero.
Mientras tanto escojamos sabiamente nuestros sueños, no cumplamos todos tan rápido, ¡después no podremos disfrutarlos juntos! 
Quiero conocer la nieve.
No te acabes, octubre, no te acabes sin darme una oportunidad con ella.

Comentarios

Entradas populares de este blog

ISABEL

CREO QUE YA TE FUISTE, Y NO ME AVISARÁS

CONVERSACIONES