KATHERINE
Katherine Paola Arteaga Visitación, Katy, Kat, mañosa, rockera loca, cabeza de pollo, bonita, ¿hola?
¡Cómo has cambiado, pelona!
Te cuento algo, estoy pensando en ti y no tengo idea de por qué, ¿será que estoy melancólico? La nostalgia de la soledad de un miércoles 30 de diciembre por la mañana al despertar hizo que recordara a mis viejos amigos, a los que más quise, a los que perdí. Hoy te escribo a ti, hoy te recuerdo a ti, y con el ardor inmenso que siento en el corazón, deseo con todas mis fuerzas que ojalá estuvieras acá.
¿Por dónde empezar? Desde el año pasado que no te he visto, desde hace mucho que te he perdido de vista, ¿estarás bien? ¿Ya te casaste? ¿Ya tienes hijos? Yo sigo solo, pensé que había encontrado el amor, y lo creí tanto que terminé aferrándome a esa idea, no quise soltarlo, y creo que aún no lo he hecho, pues a causa de eso eché a perder algo bonito que se estaba formando, pero, claro, yo no pierdo la costumbre así no más, ya la cagué, muy a mi estilo. Pero, no quiero ponerme más triste, no quiero contarte todas esas penas que estoy sintiendo, yo quiero estar tranquilo otra vez, quiero ser feliz, y si tu recuerdo vino a mi mente, tal vez fue porque en el pasado, hace más de cuatro años, te conocí, te hiciste parte de mí, fuiste mi mejor amiga, y te adoré tanto, Kat. ¡Bendito el día en que llegamos tarde esa mañana! Casualidades de la vida se juntaron ese momento e hicieron que de más de mil alumnos, solo nosotros dos llegáramos tarde, y para variar, del mismo salón. Esa mañana nos hicieron entrar juntos, nos sentamos juntos, y empezamos a conocernos. Éramos iguales en cierto modo, ¿sabes? Éramos de pocos amigos, introvertidos, tímidos; pero, ¿cómo llegamos a querernos tanto? Yo odiaba la biología, sabes, ¿no? Y la sigo odiando, pero tú fuiste mi maestra, una mala maestra por si acaso, porque no aprendí naca la perinaca, ni papas, pues me moría de la risa cuando explicabas algo, no sé si lo hacías apropósito, pero me encantaba la forma en que me explicabas y no podía dejar de reír. No eras una maestra seria, eso es. Claro que yo te enseñaba Lógica, y ahora esa lógica o álgebra de Boole, como la conozco ahora, lo uso mucho en mi carrera; y conmigo sí que aprendiste, y si no lo hiciste, es porque eres medio mensa. Salíamos juntos de la academia, tomabas tu carro y yo el mío y no nos veíamos hasta el día siguiente. Después habríamos de tomar cursos en la tarde, no sé tú pero yo las tomaba como excusa para poder verte, y lo bueno es que tú también venías, aunque no sé si por la misma razón. Después de clase íbamos a caminar. Recuerdo mis intentos por tomarte de la mano y tú me decías, no, oye, no, mi papá puede pasar por acá, por estas calles me conocen, tengo enamorado, o cosas así, pero riéndote, haciéndote la difícil, Katy pervertida, porque bien que querías, a mí no me engañas. Llegamos a la plaza de armas, nos tomamos fotos hasta por gusto, tú como siempre de fotogénica y yo como siempre queriendo darte el gusto, caprichosa tú, caprichosa mía, tus gustos, tus movimientos, tus insinuantes miradas me perdían en una loca fantasía, Katherine loca de mi vida. Fuimos al cine un par de veces, vimos películas juntos mientras comíamos canchita y bebíamos gaseosa. Esos tiempos en que éramos adolescentes, ¿no, Kat? Aún tengo las fotos por ahí, no pienso perderlas así no más, porque soy bien descuidado, pero lucharé por tenerlas conmigo, son muy especiales.
Cuando vine a Lima, y las veces que visité Trujillo, te iba a buscar, salíamos juntos, y nos divertíamos como los viejos tiempos. Oye, Kat, ¿recuerdas la vez que fui a verte a tu escondrijo ese que tenías como nueva academia? Era el día de tu cumpleaños. Kat, si te digo que yo improviso, es porque voy a improvisar, no hagas planes si vas a salir conmigo. Me pregunto si recordarás a qué me refiero. De todos modos, Kat, cuando vine a Lima fue cuando más te extrañé, no había nadie a quien conociera, a quien quisiera tanto como a ti, quien me ayudara con los ánimos como tú solías hacerlo, quien moviera su cabeza como perrito maniquí de carro cada vez que escuchabas rock, me fascinabas, y esa locura por ti terminé confundiéndolo con amor, enamoramiento... Ay, locuras mías. Pero, a todo esto, cierto es que hubo muchas veces en que quise robarte un beso, Kat, uno solo por lo menos, aunque sabía que después de ese beso, no podrías resistirte a más besos. Alguna vez cuando me sentía muy animado para confesarte que te quería demasiado y pedirte que fueras mi novia, me contaste muy a lo loca tú, que tenías enamorado, y que era un enamorado por línea, y que no importara la distancia, algún día estarían juntos ustedes dos, y serían felices. Me diste cólera, eras muy mongola, teniéndome a mí vas y te consigues un novio por línea. De todas formas, te seguí la corriente. Aquella vez también cuando discutimos por quien sabe qué, y estuvimos en el aniversario de la academia, quise estar contigo a todo momento, te lo juro, pero no nos conversábamos. No podía más, tenía que pedirte disculpa, y grande fue mi sorpresa, tú habías pensado en lo mismo, y te quise tanto, mi Kat bella. Pensabas en mí como yo en ti. Otra vez fue cuando nos vimos cerca de la Universidad Nacional de Trujillo, caminamos por la avenida recordando tiempos aquellos cuando éramos estudiantes de academia, y ya podía llevarte conmigo abrazados, de la mano, ya no te hacías la difícil, y nos quedamos esperando el carro en el paradero por largas horas, pero no porque el carro demorara todo ese tiempo, sino porque estábamos juntos y no veíamos la forma de separarnos el uno del otro sin creer que ha sido suficiente ya, porque nunca es suficiente nada si estoy contigo, siempre quiero más, eras el inicio de mis ambiciones, Kat, por eso no podía dejarte ir. Si algún día vuelvo a Trujillo y te busco en tu trabajo, porque sé dónde trabaja mi suegro, digo... tu papá, iré a dejarte otra rosa como la última vez.
Kat, solo tú le sabes hacer esas cosas tan feas a tu cabeza, pobre tu cabello, me gustaba más cuando era negro, pero tú como siempre dices que no te gusta, ¡por qué me das la contra! Por esa razón te amaba mucho. También porque tienes muy buena memoria y recuerdas tantas cosas como yo de cuando éramos amigos, los mejores amigos. A veces me pregunto por qué soy tan mongol, y recuerdo que solo soy así, y no sé qué hacer.
Si tuviera que mencionar algunas razones por las que te quise tanto, fue porque me hacías sentir especial, yo te hacía reír con facilidad, lograba exasperarte con mis formas de ser, tenías una excelente memoria para recordar detalles, pensabas en mí como yo en ti, me querías, hacías que pensara las cosas dos veces, me apoyabas, eres demasiado sexy, también torombola, mensa, niña caprichosa, resentida, orgullosa, moría por ti y te extraño cada vez que estás lejos de mí.
La vida nos ha cambiado, yo he cambiado. ¿Kat, tendría más oportunidad ahora de poder conquistarte y enamorarme de ti, sin correr el riesgo de algún día escucharte decir, tengo un novio por internet? Te quiero, mi perver.
Me otorgo todos los derechos copyrigth, sunat, indecopi, los que sea, por esta foto. Trae tus abogados, vamos al poder judicial, al corte de la Haya, donde sea, con tal de sentirte más cerca y de darte la contra como sueles hacerlo tú. He dicho, Kat, punto. Te quiero.

Comentarios
Publicar un comentario
No te olvides compartir :) ¡Saludos!