¡QUÉ DÍA!
No tengo ganas de grabar nada, pero sí quiero escribir algo, necesito hacerlo, tengo que desahogar mi mente.
Hoy, mejor dicho, ayer, como que di un paso increíblemente largo y raro, y después metí la pata en otro asunto, y como que fue un día medio atormentado.
Viernes por la mañana, despierto temprano, busco mi short, mis zapatillas que utilizo para todo a todo momento (salir, ir a reuniones, ir a la universidad, correr, caminar, jugar partido), me pongo un polo suelto y mi infaltable chuyo. Llego a la universidad, increíblemente no han tomado el lugar los alumnos de la revoltosa facultad de Eléctrica y Electrónica, hay veces que me gustaría ser de otra facultad, pero amo mi carrera y pienso, bueno, ya qué. Me reúno con mis amigos y esperamos a un par más que lleguen para ir a jugar partido hasta que abran la puerta de la universidad y nos permitan votar pacíficamente. Mientras esperábamos, uno de mis amigos me dice, mira, Chan, ahí está Lucy. No la conocía, Lucy era una leyenda para mí, según me decían era una chica hermosa, sin igual, con propiedades antinaturales tan naturales en ella, fuera de toda lógica humana. Volteé a verla, estaba sentada al borde del pié del semáforo, tenía un periódico en la mano y al parecer estuvo llenando el crucigrama, o esa fue la impresión que me dio. Chan, te creo si vas y le hablas. Fue un reto, ya es un reto, tenía que ganar, siempre voy a la de ganador, y no entiendo cómo, no sé por qué, pero caminé a hacia ella, y en el camino me topé con un viejo amigo, me conversó y pensé, oh, no, por Dios, me quitó la inspiración, pero no, no señor, ya había aceptado el reto. Después de despedirme de mi amigo, caminé hacia Lucy, me paré frente a ella, y disimulando mirar hacia la puerta, me quedé un rato ahí, miré hacia Lucy y vi qué hacía, estaba llenando un Sudoku. Esta es, me dije. Busqué un número que le faltara, uno difícil e ingenioso, y lo encontré. Dudé un momento, pero al final le dije, ahí va un siete. Ella me miró, ¿dónde? preguntó. Ahí, respondí, y le expliqué por qué iba ahí, naturalmente. Y entablamos conversación. Lo curioso es que no sabía que tenía ese poder yo, ese de hacerle el habla a una chica así de la nada sin que me la presenten, soy un frikie que mira anime, se la tira de escritor, actúa como niño y es rebelde al sistema, en pocas palabras, soy un huevón. Me despedí, ya había conversado con ella, ya gané el reto, no hacía falta otra cosa más. Al llegar con mis amigos me preguntaron de qué conversamos, cosas así. Yo les dije, tenía que irme, no quería que se enamorara de mí tan rápido, además, no es mi tipo. ¡Ese Chan! Se rieron ellos. Llegaron otros amigos y nos dirigimos a jugar fútbol, y el mismo amigo me dice, oye, Chan, anda y convérsale a Lucy para tomarte una foto y mostrárselo a Benito. Benito está enamorado de Lucy, Benito dice que me pegará si digo cosas de Lucy, Benito tiene la esperanza de ligar con Lucy, Benito esperará a que termine Lucy con su enamorado o este se muera, Benito es un gil. Y yo, como soy así de jodido, fui a hacerle el habla una vez más. ¿Terminaste el Sudoku? Le pregunté. Sí, me contestó Lucy. Pregunté si no habían más. Ella buscó en el periódico y al final respondió que no. Extraño, jaja. O me estaba hueveando o de verdad buscaba un sudoku más. Conversamos un poco más, me fijé un poco más en sus facciones, en su forma de hablar y de mirar, y como soy detalloso traté de fijarme en una que otra particularidad de ella, pero no encontré nada, en mis cinco sentidos activados para ella, me perdí tratando de descubrir su laberinto, me forcé a cruzar las paredes de su interior, saltar las murallas que impedían que la divisara a lo lejos, pero nada, nada de nada. Esa particularidad de ella de no poder descubrirla al instante me estremeció los huesos. Pensé, en mi loca mente, así, poniéndole drama, ¡¿Será la elegida?! Ya les dije, soy un frikie. Me despedí, deseando volver a verla y como no le pregunté su nombre decirle, ¡La chica del sudoku! ¿Eh? ¿Qué tal mi estrategia? ¡Y se me acaba de ocurrir!
Después fuimos a jugar partido, me cansé (una prueba más de que he engordado), ganamos todos los partidos, y fuimos a comer. Ahí metí la pata. En La cabañita hay una promoción de que si van siete personas a comer, el séptimo come gratis. Yo había dicho que iba a comer gratis ese día por anticipado, nadie dijo nada, por tanto la premisa se aceptaba. El problema fue que un amigo más quiso comer gratis, y yo no quería, soy celoso con la comida, ¡era mi comida! Además, él tenía plata y podía pagarlo, al igual que yo, claro, pero yo ya lo había pedido antes. La cosa es que al final discutimos, y él sí pagó y yo no. Hice mal en contestar de esa forma. De pronto pensé en Stephanie. ¿Alguna vez han tenido una persona que te ve hacer algo mal y te obliga a enmendarlo? Una vez hice un comentario feo en clase, fue en aquellos tiempos en que andaba en la academia, cuando Stephanie y yo éramos uña y mugre (yo era la uña), y aunque ella no me escuchó decirlo, al final se lo conté, y me dijo, ¿le has pedido disculpas? Yo le contesté que no. Pues anda y pídele disculpas, me lo dijo mirándome seria. No entendí por qué le hice caso, era ella como... no sé, ¿la mujer que hacía que corrija mis errores? Al final, cuando le pedí disculpas al profesor, ella me felicitó, me acarició el rostro y me dijo, así me gusta. Acaba de darme escalofríos. Lo cierto es que me hubiese gustado que ella estuviese ese momento para que me haga ver mi error, sin embargo, aunque no por completo, le pedí unas flojas disculpas a mi amigo, después de votar, después de poner en el papelito ese una equis grande y una nota de 'me la suda' y luego derechito al ánfora de la ONPE. Firmé, puse mi huella y me fui de la universidad, derecho a mi casa, a bañarme, y a ponerme a hacer mi tarea. Ahora, antes de dormir, quise escribir algo y ya está. Tal vez después grabe.
Lucy es un espécimen raro, y muy bonita.
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