LOS PUENTES QUE CRUZAMOS
Si tuviera alguna cosa que desear y se hiciera realidad en el instante que lo pida, pediría poder cruzar un puente, por encima y por debajo.
Cuando suelo viajar en los carros, siempre tomo la parte de la ventana, es mi lugar favorito desde que era niño. Solía mirar a la calle que iba dejando atrás a medida que avanzaba, sintiendo el aire golpear mi rostro, y a veces me invadía las ganas de sacar la cabeza y abrir la boca y sacar la lengua, ese aire de libertad momentánea. Ciertas veces lo hice, y esas veces me regañaban, e intentaban quitarme la costumbre con la típica historia de que una vez un niño sacó la cabeza por la ventana y pasó un carro y le arrancó la cabeza, y después me preguntaban, ¿qué hago yo con un hijo sin cabeza?
La vez que descubrí un puente, fue en Virú. Era de día, mi mamá me llevaba de paseo a causa de una promesa como premio por haber sacado un AD* en un examen importante. 'Si sacas AD en matemática o comunicación, te doy un premio', me decía. Al pasar por ese puente, vi con mucha atención cómo el río se perdía en el horizonte, el color del sol reflejado en el agua y la corriente del río suave, tranquila. Vi, también, personas que se bañaban a la orilla, y le dije a mi mamá que quería bañarme también ahí. Bajamos del carro, corrí al río, me bañé y jugué y de pronto, aparecí debajo del puente. Pude ver la majestuosidad de sus formas, las sombras de los carros que lo cruzaban, los rayos de luz interrumpidos por tiempos, y me hipnotizó por un momento, hasta que la voz de mi mamá me sacaba de la inercia del pensamiento. Después fuimos a comer. Ahora que lo recuerdo, ¡qué rico es comer!
Vivo en Lima desde hace mucho tiempo, y la primera vez que vine, a mis nueve años aproximadamente, no existía aquellos grandes puentes que ahora existen en la Panamericana Norte. Ya los crucé por encima y por debajo, pero hay uno que todavía no lo he hecho. Es un puente que se desvía en el camino al norte y te lleva por Angélica Gamarra, y es muy poco transitado, y es mucho más alto que el resto de puentes. No lo he cruzado aún, pero quiero hacerlo, tengo muchas ganas de hacerlo. El año pasado intenté hacerlo, quise ir con alguien, con mi chica, pero no se pudo. Sin embargo, con ella crucé un par de puentes, y todos por debajo de ellos, y cuando la luz desaparecía, nos besábamos a diestra y siniestra, diciendo 'oscurito, oscurito', riéndonos de la idea de que nadie nos veía besarnos, y cuando pasábamos el puente, fingíamos estar normal, que no habíamos hecho nada. ¿Quién se daría cuenta, pues, que hacíamos algo, si todo estaba oscuro? Extraño esos días. Los puentes han sido parte de nuestra historia. Un puente en la estación UNI del metro, donde la tomé de la mano por primera vez, por la cual cruzamos muchas veces juntos y dábamos la vuelta para bajar las escaleras porque la rampa no me gustaba bajarla. Los besos al final de bajar ese puente. Las naranjas al pié del puente. Las chismosas y sedientas 'jaladoras' del puente que nos miraban besarnos. Las despedidas en ese punto, verte alejarte con tu típico caminar. De tanto verte caminar aprendí a reconocerte a lo lejos con tan solo eso, con tu caminar. ¿Dónde estarás?
Una vez tomamos un carro en el puente de Tingo María, y mientras viajábamos te recité el poema de Neruda, Poema XX, y en cierto momento del poema, en la parte de 'mi voz buscaba el viento para tocar tu oído', pude ver tu expresión y tu forma de mirarme al reconocer la frase que solía decirte para decirte que te amo. No hubo ninguna oscuridad por algún puente, pero me diste un delicioso beso, el mejor que haya recibido en mi vida, e hizo que te deseara tanto.
Quiero hacerte el amor hasta perder la conciencia, escucharte decir que me quieres mientras dibujo un poema sobre tu cuerpo, mientras te llevo con un beso hasta el infinito, mientras amarras tu piernas a mi cintura, muerdes tus labios al sentirme poseerte, y me digas con los ojos cerrados, soy tuya, mi amor. Quiero hacerte el amor, no importa si lo hacemos cuando seamos viejos.
Está bien, nuestras líneas se han separado, ¿o no se han separado? Ya puedo soportar la realidad, aún así, me niego a dejar de soñar.
'Todo comenzó ese día. He tenido una pequeña aventura. Comenzó... como un viaje a través de un mar oscuro en búsqueda de la desesperación. Lejos de este país, el océano era vasto. Y las islas que habían tenían un poder que era difícil de comprender. Había animales que jamás había visto, y paisajes con los que nunca podría haber soñado, la música tocada por las olas a veces era pacífica, fluyendo con calma, envolviendo mis problemas más pequeños. Y otras veces era violento, riendo ruidosamente, rompiendo delicados sentimientos en pedazos. En medio de una oscura, oscura tormenta, de repente me crucé con un pequeño barco. La nave empujó mi espalda, diciendo, ¿no ves esa luz? Sin perder su rumbo en la oscuridad, ese pequeño barco misterioso montaba las poderosas olas como si bailara sobre ellas. Nunca se opuso al mar. Aún así, la proa continuaba hacia el frente, aún cuando los vientos soplaban contra ella. Y un dedo señaló, ¡Mira, ahí está la luz! La historia probablemente recordará esto como una ilusión, pero para mí... esto es la verdad. Y entonces, morena, ¡estoy aquí para decir adiós! Yo... no puedo ir contigo. ¡Gracias por todo! Quisiera tener más aventuras, pero... no puedo porque, ¡amo vivir! Y te amo a ti. Por eso, no puedo ir contigo. Yo... Yo... Yo... ¡Me quedaré aquí! Esperaré en este punto de nuestra historia, esperando no sé qué, quizá tu regreso. Pero si nos volvemos a ver, ¿aún seguirás llamándome tu mejor amigo?'
No te pierdas, te sigo cuidando. Me da gusto que tu felicidad haya subido a cinco.
Atentamente, yo.
*AD era una nota en los exámenes de 17 a 20.
Sabes que me gustaba mucho¿
ResponderEliminarQue aunque sentarte al lado de la ventana era tu lugar favorito, me lo dabas a mi porque tambien era mi lugar favorito.
El mirar las calles, las expresiones de las personas y intentar describir lo que piensan.
Y sigues siendo mi mejor amigo, y tantas cosas que eres para mi. Pero ya la vida se encargara no¿ .