TÍTULO DE ENTRADA
(No sabía qué título ponerle, así que escribí lo que viene por defecto)
Antes que nada, quiero que entiendas unas cuantas cosas.
Después de lo último, cuando te hice la propuesta de escribirnos, no me esperaba lo que me dijiste, y recaí en la depresión. No tienes idea de cuánto me costó salir de ahí, de ese hueco enorme, pero al final lo logré, porque reinicié el sistema. Sin embargo, terminé con algunos controles mal arreglados. Me decía a cada rato que habíamos vuelto al final de lo anterior, al miedo hacia mí. Probablemente haya sido distinto ese nuevo sentimiento. Además de eso, también sacaba otras conclusiones, y peor me hacían sentir. Cuando estoy en ese estado, no me quiero despertar nunca, no me levanto de la cama, y mando al carajo todas mis responsabilidades, a medias, porque al final termino haciéndolas, ya que si me he comprometido en algo lo cumplo a como de lugar, pero ya bueno, eso es otro tema.
Algunas cosas han salido mal, de eso estoy seguro, en cuanto a mi forma de ser. Me he modificado, una nueva versión, la versión de prueba, lo llamo: el Beta. ¿Sabías que la versión Beta es la versión de prueba después del "alfa"? Una vez lanzada es casi el prototipo del programa que va a ser usada. Probablemente lo hayas escuchado ya antes, 'versión Beta', y así como es presentado, la mayoría de sus actualizaciones llevarán el mismo formato; a diferencia de una 'versión alfa', que sí es modificada al máximo y solo es expuesta a una pequeña cantidad de usuarios. Lo mio es una versión alfa llamado: 'El Beta'. Es un chiste, ríete. Chiste de programadores.
Sin embargo, el quedarme en cama no era un buen método para expiar mis culpas de responsabilidad y tenía que buscar otra forma. Encontré una: comer. Mi madre piensa que comer es un signo de buen ánimo. Como porque me hace sentir bien. Ahora comprendo a los gordinflones panza de burro chanchos cerdos. Pronto quedaré igual de panzón si continuo así, por eso es que buscaré otro método más efectivo, pero hasta mientras, me ha servido de maravilla. Aún tengo un mal sabor en los recuerdos, pero los purifico con los buenos, y es por eso que estaba escribiendo aquello que comentabas. Te juro que lo último que te envié fue lo más pacífico que pude haber dicho, porque toda la mañana estaba pensando cosas malignas y crueles, pero no quería lastimarte, tenía que protegerte hasta de mí. Soy peligroso, ¿comprendes? Una mala influencia, un mierda. A veces pienso, ¡Qué bueno que te hayas separado de mí! No me hubiese perdonado hacerle daño a la mujer que amo. ¿Crees que ya te hice mucho daño? ¡Já! Es casi nada, mujer. Yo cuando discuto soy peor. Cuando estábamos juntos y felices, te mostraba ese lado porque no había forma en que te mostrara el otro, no tenía sentido. ¿Qué hubiese pasado si discutíamos? No es que fuera a pegarte ni nada, amor, eso nunca, te lo juro; sino que, una de dos, o te demostraba que me importaba un huevo y que eras una loca del carajo, o te decía mil y una burradas con tal de ganar. No sabemos perder, ni tú ni yo. Ya eras así antes de mí, así que no fui yo el que te contagió. ¿Cómo lo supe? Busqué por los rincones de tu corazón, morena, y con frases tuyas, con pensamientos locos, formas de ser, todo tuyos, empecé a conocerte. Ahora ya ni siquiera te puedo predecir, nos hemos alejado tanto. ¿Tiempo? Cierto que el tiempo se encarga de muchas cosas, pero hay otras que no se debe dejar en manos del destino. O tomas las riendas de tu vida o te vas al carajo, punto. Dejar esto al tiempo es como echarlo a la suerte. ¿Está bien si dejamos de hablarnos por un tiempo? No pienses que he dejado de amarte, ni de pensarte. Es difícil de explicar. Hoy te soñé, hoy te vi en mi viejo colegio. Yo tenía 16 años otra vez, y tú eras una estudiante o visitante más en el mejor colegio de Trujillo, El Porvenir, José Carlos Mariátegui; y desde el cuarto piso te pude ver caminar por el patio, y me detuve a verte porque de alguna u otra forma me pareció haberte visto en alguna parte, y bajé las escaleras, corrí a buscarte, y eras tú, con tu mochila grande, tus tontos lentes nuevos, una chompa roja y el pantalón negro.
Te amo, morena, a mi manera, así te amo porque no sé amar de otra manera, así de este modo, en que no soy ni eres, tan cerca, que tu mano sobre mi pecho es mía, tan cerca, que tus ojos se cierran con mi sueño.
Te extraño, te quiero besar, quiero decirte muchas cosas... muchas cosas. Listo.
No provocaré a la casualidad si tú no estás dispuesta también.
Felicidades por todo lo que hayas logrado. Yo tampoco me he quedado atrás.
Comentarios
Publicar un comentario
No te olvides compartir :) ¡Saludos!